Por Victoria Sandino Simanca Herrera.
Hoy (6 de julio), te vuelvo a observar, querido amigo, tu rostro sereno, espléndido, repleto aún de juventud. Tal como llegaste, te fuiste, con tu traje de campaña verde olivo. Te recuerdo junto a miles de compañeros y compañeras arribando a las zonas veredales con una infinita alegría y esperanzas de dar un gran salto: el salto de la guerra a la paz. Así como ahora, resaltabas entonces por tu estatura y tu porte de guerrillero luchador, con una dignidad de héroe; eso fue por allá a finales del 2016 y principios del 2017. Ahora te vas con tu dignidad intacta, con tu traje de campaña impecable, el mismo con el que llegaste, y tu rostro pleno de haber entregado lo mejor de ti; solo se percibe una leve tristeza porque no te dejaron cumplir tu cometido en la tierra, te arrebataron la vida camarada Ramiro Durán.
Con la firma del Acuerdo Final de Paz empeñamos todas nuestras capacidades para ponerlas a disposición de la construcción de la paz en Colombia, especialmente desde esos territorios adoloridos por los girones de la guerra, comenzando por una pedagogía de paz que permitiera a los territorios y sus comunidades comprender en qué les incumbía el Acuerdo, cómo incidir en la implementación, cómo poner en marcha los PDET, trabajar por el tránsito a la vida civila través de una reincorporación digna, de acuerdo a nuestros intereses, ese fue el despliegue que se diseñó; y tu, hermano (así nos decías, hermana), te fuiste a andar y desandar esos territorios por los que te habían acogido, con la gente de la base, con la gente de a pie, de esa Colombia profunda donde ha germinado siempre la resistencia.
Hablaste con los líderes y lideresas tradicionales de todos esos territorios, con las nuevas vocerías, con la muchachada, anduviste los salones de tu histórico colegio Santa Librada de Neiva, de la universidad Sur Colombiana, con muchas representaciones de la institucionalidad, siempre con una voz clara, afable, propositiva, empática, pero sobre todo escuchando millares de voces anónimas que creyeron en la paz y que nos alentaban para continuar persistiendo por el cambio.
Tu gran cualidad: estar con los de abajo, acompañar a nuestros compañeros y compañeras olvidadas y angustiadas en todo el territorio nacional ante los incumplimientos del Estado y la incompetencia de una antigua dirigencia que no tuvo la capacidad para exigir el cumplimientomás allá de un comunicado por cada asesinado. El tuyo no se hizo esperar, no iban a romper la tradición.
Ronal Rojas Ramos, guerrillero de la dignidad. Quienes estábamos en los diálogos del Caguán te vimos llegar con tu caminao urbano, muy alto y muy delgado, así que de una te llamamos “Flaco”. Llegaste repleto de sueños, con el ímpetu y alegría que nos da la revolución; 17 años después nos volvimos a encontrar en el Yarí en el marco de la X Conferencia. Hablaste con palabras sabias, no dudaste en acoger y comprometerte con el Acuerdo, en hacer propuestas y en comprometer hasta la última gota de tu existencia para trabajar por la paz y por los cambios para el país por las vías menos dolorosas.
En el congreso constitutivo del partido FARC te elegimos como integrante del Consejo Nacional de los Comunes. De manera disciplinada integraste las listas al Congreso de la República, no obstante que no estabas entre los cinco primeros que ganaríamos la curul, trabajaste más que muchos de los que tenían una curul asegurada, hablando con la gente, invitando a votar por la paz.
En los plenos del Consejo Nacional de los Comunes criticaste con tono constructivo y con respeto, pero firme, los desafueros y renuncia a la lucha revolucionaria por parte de la mayoría de la vieja dirigencia de las antiguas FARC-EP. Esas críticas, en vez de generar autocrítica, cambio de rumbo hacia quienes iban dirigidas (como nos enseñaron en el pasado), por las prácticas que se estaban enquistando, lo que provocó fue estigmatización, persecución, señalamientos, al punto de que te retiraron de la CSIVI donde realizabas un excelente trabajo; por ello, en el mes de abril del 2021 presentaste tu renuncia al partido Comunes. Eso aumentó más las amenazas y el riesgo sobre tí.
Tu renuncia fue pública y en ella expresabas con mucha dignidad las razones por las que te ibas del partido, con argumentos certeros: «Es indiscutible que hoy son más las y los firmantes del Acuerdo de Paz que están fuera del partido antes llamado FARC. El universo de personas que hoy luchan por defender lo alcanzado en La Habana, trasciende un colectivo político con personería jurídica, que dudo su permanencia en el tiempo, fruto de sus desaciertos y formas y estilos de dirimir controversias y maltratar a las minorías en su seno. Es patrimonio del país nacional la brega por materializar el tratado que pretende poner fin a la confrontación armada, y consolidar una paz estable y duradera, como lo reza el título de las más de trescientas páginas».
«Siento y pienso que esa estructura partidaria no me representa y quizás a otros tantos iguales. Por lo tanto, es un acto de coherencia renunciar a tal grupo. Además, un gesto de dignidad. Manifiesto públicamente que mis esfuerzos, conocimientos y experiencia seguirán comprometidos con la defensa del Acuerdo y la reincorporación socioeconómica de los exguerrilleros y exguerrilleras. Para eso, siempre estaré dispuesto»
En julio del 2021, hablamos sobre las amenazas de las que eras objeto, conociste de un plan en el cual actuaban grupos especializados para asesinarte. Te pedí que dejaras constancia con todas las autoridades denunciando lo que sabías, te recomendé que tomaras medidas de autoprotección. Tenías miedo, pero seguiste trabajando denodadamente por la reincorporación, te comprometiste en la fundación y fortalecimiento de la Mesa Autónoma de Reincorporación, MAR. Ahora, preparábamos el encuentro nacional para presentar propuesta al nuevo gobierno, pero la traición al Acuerdo, el incumplimiento a la palabra empeñada de un régimen criminal, te asesinó.
Partiste a la eternidad con tu traje de campaña querido camarada, hermano, compañero del alma, para seguir inspirando nuestros corazones, nuestro espíritu de rebeldías y la lucha por un mejor país, dejaste a tu familia, a tu esposa e hijos, a tus compañeros, pero siempre estarás. ¡Hasta siempre camarada!