[…] entonces un compañero, un trabajador, se fue a sacar la maleta a la finca. Él arrancó para allá y ahí mismo ese man lo mató al frente de nosotros, y al momentico el man nos soltó una ráfaga así en los pies y nos dijo que nos daba tanto tiempo, o, si no, éramos objetivo militar. Al ver eso, a todo el mundo nos tocó salir corriendo hacia afuera, dejando las casas solas y todo, los bienes y todo, y nos fuimos de ahí para arriba por el camino, y eso una zozobra, porque comenzamos a encontrar muertos en un lado, en otro, y eso la sangre corría por el camino. Fue una cosa muy horrible»
Este y otros muchos testimonios los podemos leer en el “Informe Final de la Comisión de la Verdad” que fué entregado el pasado 28 de junio de este año. Historias desgarradoras, historias que pintan una crueldad sin límites. Historias de hechos que nunca deberían haber ocurrido. Historias tan desoladoras que duele el corazón y se revuelca el alma. Son historias y son “verdades incómodas que desafían nuestra dignidad”, como bien lo dice la propia Comisión de la Verdad.
Precisamente, porque son incómodas deben ser contadas. Deben ser conocidas por todas, todos y todes. Deben ser escuchadas y analizadas, deben ser interiorizadas y desmenuzadas para que la dignidad se vuelva costumbre. Deben ser apropiadas por la sociedad misma para que nunca más se repitan. Es un formidable trabajo pedagógico que ayudará, en buena parte, a generar la certeza que las contradicciones sociales se deben dirimir con instrumentos diferentes a la guerra. Por ello, la verdad es un elemento dinámico, sanador y revolucionario porque cuestiona nuestros propios miedos, actitudes, normas y comportamientos y nos confronta con realidades que durante años, se han negado y de esta manera, podemos avanzar como sociedad.
Por ello, es profundamente indigno negar esa verdad y mucho peor, tratar de reemplazarla con otra narrativa que desconoce y falsea el dolor de miles de personas que se toparon de frente con los horrores de la guerra y se vieron abocadxs a enterrar a un familiar o a buscar un ser querido desaparecidx, o a desplazarse internamente o a marchar al exilio. El esfuerzo realizado por representantes del “Centro Democrático” para poner en marcha una maquiavélica maquinaria que produzca, falsee y difunda “otra verdad” es políticamente irresponsable y éticamente indigna. Esas actitudes fueron las que, en el pasado, alimentaron el monstruo de la guerra.
Desconocer, tergiversar o manipular el contenido del extenso Informe Final de la Comisión de la Verdad, es un hecho que atenta contra la democracia. Responde a los intereses de esa extrema derecha que pretenden crear un foro internacional que les permita coordinar sus esfuerzos fascistoides en diferentes partes del mundo. No es casual que la senadora Cabal sea aliada próxima de Santiago Abascal, líder del partido fascista español Vox, quien viene impulsando en diversas partes del mundo, el llamado “Foro de Madrid”, como instrumento que permita contrarrestar el “avance del comunismo en la Iberosfera”. Sabotear la difusión del Informe Final es coadyuvar al fortalecimiento del fascismo.
¿Qué es lo que la extrema derecha quiere ocultar? ¿Qué es lo que no desean que la sociedad colombiana sepa? El escritor Ricardo Silva afirmaba en una columna reciente que “hay que tener mucho miedo para preferir la catástrofe a la educación”. ¿Qué es lo que temen estas élites que se acostumbraron a detentar el poder a toda costa, con la misma frecuencia que se acostumbraron a pisotear y a excluir a los llamados “nadies”? Tienen miedo que la verdad les haga perder sus privilegios que crecieron sin control, al costo de sueños frustrados de miles y miles de jóvenes y de la vida de miles y miles de personas, fundamentalmente de la sociedad civil. Aproximadamente el 80% de las personas asesinadas en el conflicto colombiano fueron civiles y el 20% combatientes, es decir, de cada diez personas muertas de manera violenta en el conflicto armado, ocho eran civiles!
Entre esas muertes están las 6.402 víctimas de ejecuciones extrajudiciales, mal llamados “falsos positivos” y los 5.733 casos de asesinatos y desapariciones forzadas entre militantes y simpatizantes de la UP y los asesinatos de 340 firmantes del Acuerdo de Paz y los 121.768 personas que fueron desaparecidas forzadamente en el marco del conflicto armado y los 1.327 lideres sociales asesinados y los más de un millón de personas colombianas que abandonaron el país en búsqueda de protección internacional según cifras del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Acnur y la segunda generación de la diáspora que arrastra las consecuencias de la guerra y que soporta el dolor del desenraizamiento. ¡Son tantas las historias, tantos los dolores y tantas las víctimas!
Ya lo decía Francisco de Roux, quien fuera el presidente de la Comisión de la Verdad: “Si hiciéramos un minuto de silencio por cada una de las víctimas del conflicto armado, el país tendría que estar en silencio durante 17 años”. De ese tamaño es la verdad que tenemos que gritar a los cuatro vientos. De ese tamaño es la verdad que quieren manipular y enterrar las fuerzas de extrema derecha, ese bloque que quiere hacer de la antidemocracia su razón de ser.
Por esas verdades que evitaron quedar perdidas en los intrincados caminos del olvido. Por ese fino trabajo de orfebre con que los comisionados elaboraron el Informe Final. Por esa paciencia infinita de escuchar a las víctimas o de soportar el saboteo de funcionarios oficiales del gobierno de Duque, que se negaban a suministrar documentos con pedazos de verdad. Por esa tenacidad para armar el rompecabezas de la verdad. Por las noches de sueño recortado y la energía invertida en este trabajo por decenas y decenas de voluntarios. Por ello y por mucho más, ¡Gracias, mil gracias comisionados de la Comisión de la Verdad! Ahora es el turno de la sociedad civil de difundir, explicar y apropiarse de su contenido. Ahora es el turno del gobierno de Francia Márquez y Gustavo Petro de cumplir sus recomendaciones.
Jaime Gomez, analista internacional y vocero en asuntos de política exterior del Partido Iniciativa Feminista de Suecia