Por: María José Pizarro
Las mujeres protagonizamos a través de nuestras luchas emancipatorias un proceso de transformación histórico de la humanidad. Tras más de un siglo transitando este camino heterogéneo, tejiendo una rica variedad de experiencias, reivindicaciones y produciendo pensamiento, hoy nos encontramos en un punto de inflexión. Frente a la persistencia e incremento de las violencias contra las mujeres, se abre camino el estallido y florecimiento de nuestras luchas, una nueva fase en la que nuestras voces retumban, tomándonos espacios que antes nos fueron negados, sacudiendo con fuerza todo aquello que se resiste a transformarse.
No puede ser de otra manera cuando los feminicidios y las violencias sexuales siguen aumentando dramáticamente, cuando evidenciamos una marcada tendencia a la feminización de la pobreza, cuando la pandemia a agudizado nuestra situación de exclusión y nos ha confinado de nuevo en hogares muchas veces violentos. Las cifras y análisis revelan una realidad insoportable, una parte de la sociedad insiste en normalizar nuestro sufrimiento y el Estado ha demostrado que no quiere ofrecer ninguna garantía. Si bien en un país como Colombia la opresión es la norma, lo cierto es que las mujeres casi siempre llevamos la peor parte. En palabras de Mayerlys Angarita, lideresa campesina de los Montes de María, “es cierto que a nuestros compañeros varones les cobran el liderazgo, pero no les cobran el hecho de ser hombres. A nosotras también se nos cobra el liderazgo, pero pagamos el doble por ser mujeres”.
Cuando las mujeres levantamos nuestras voces y nos organizamos, lo hacemos generosamente en favor de la sociedad entera. Somos probadas constructoras de paz, incluso en los contextos territoriales más difíciles. Somos gestoras del cambio y nuestra lucha trasciende nuestros propios intereses. Lo que buscamos en últimas, es construir una sociedad diversa, equitativa e igualitaria, es poner fin a cualquier tipo de opresión y discriminación. Nuestra naturaleza nos hace intrínsecamente defensoras de la vida. La fuerza del amor que portamos tiene el enorme potencial de cambiar el mundo porque situamos nuestros esfuerzos en el seno de las luchas populares. Miren el Chile de hoy, un poderoso ejemplo del rol de las mujeres en una revolución ciudadana que ha reunido a todo un pueblo en defensa de la dignidad y la vida.
Ayer viernes 27 de noviembre, tuvo lugar un evento convocado desde la curul que hoy represento, convocamos a más de 30 lideresas de todo el país a una Audiencia Pública en la Cámara de Representantes para exponer el crudo balance de las violencias físicas, psicológicas, políticas, económicas y simbólicas que se ejercen hoy sobre las mujeres, hemos querido responder colectivamente a la pregunta sobre cómo contrarrestarlas. Mujeres lideresas políticas y sociales, pensadoras y referentes del movimiento feminista en Colombia, nos acercamos y proponemos una reflexión colectiva, que permita expandir nuestras voces y exigir que el Estado priorice medidas que transformen de fondo el problema.
Vivimos un momento en el que la violencia de género está en el centro del debate público y aunque la discusión genere profundos desacuerdos y cuestione el Statu Quo, lo cierto es que la sociedad no puede seguir evadiendo y justificando un cambio social necesario. En la Colombia Humana y organizaciones políticas coaligadas como el MAIS y la UP, hemos venido profundizando en el debate, nos preguntamos colectivamente sobre cómo prevenir y eliminar las violencias basadas en género al interior de nuestros movimientos. Lo que es una expresión más de los vientos que soplan en nuestro tiempo. Las contradicciones simplemente deben ponernos a prueba en múltiples sentidos y la invitación es a afrontarlas con altura, generosidad y amplitud. Si aceptamos, juntas y juntos, saldremos de este momento fortalecidos como movimientos políticos y sociales. Seremos pioneras y ejemplo de una discusión que ocupa todos los ámbitos de la vida en nuestro país.
Varias mujeres, nos hemos puesto en la tarea de elaborar propuestas, borradores, que permitan abrir la discusión que elimine cualquier tipo de violencias basadas en género al interior de nuestras fuerzas políticas. El objetivo final no es otro que contar con una herramienta poderosa de prevención y garantías de no repetición, que incluya las distintas posturas que en esta materia existen, que se convierta en un material pedagógico que nos trascienda. Nuestra propuesta no es otra que aunarnos a los procesos que ya están caminando y sumarnos a la discusión que como mujeres del movimiento hemos sido convocadas.
El proceso debe ser aún más amplio y con participación de colectivos feministas, nodos de mujeres, pero también toda mujer y lideresa que se sienta parte de nuestros movimientos debe aportar su visión, su experiencia y construir entre todas el mas amplio consenso. Extendemos nuestra mano siempre generosa a nuestros compañeros a confiar en el camino emprendido, a escuchar y a transformarse con nosotras.
En Colombia, la llama del cambio está encendida. Vivimos un momento único y excepcional, igualmente complejo y difícil. Como pueblo hemos cultivado la voluntad creciente de darle un giro rotundo a nuestra historia, nos acercamos al tiempo de la inflexión que acabe con la tiranía que nos ha oprimido y condenado a la exclusión, el dolor y la muerte. Convocamos a toda la Colombia Humana, la UP, el MAIS, a todos los movimientos políticos y sociales, a las y los demócratas decentes de todos los partidos, a una juntanza histórica, a recoger con compromiso de patria los anhelos de un pueblo que expresa multitudinariamente la necesidad de dar pasos certeros para salir del lodazal. Las mujeres somos sin duda protagonistas del cambio, somos y seremos fuerza incontenible, seremos guía como lo hemos sido históricamente en lo más oscuro de la noche.
Desde los barrios y veredas, en cada hogar y en cada calle, las mujeres del pueblo colombiano hemos asumido sin miedo nuestro lugar en la historia. Sigamos adelante y superaremos las dificultades, el camino será largo y como los partos de la historia seguramente dolorosos, pero las mujeres sabemos orgánicamente que también traen consigo amor, unión, alegría y vida.