Por: Rigail Romero Martinez
Luego de conocerse el informe de la Comisión de La Verdad sobre el conflicto armado en Colombia, ocurrido durante más de medio siglo, surgen muchas reflexiones. Y en esta ocasión me quiero referir a un punto que no puede pasar desapercibido justo en los actuales momentos de posverdades. La sociedad no puede olvidar que siguen tirados en la vera del camino muchas organizaciones sociales que aportaron desde sus espacios por el objetivo mayor de cambiar las viejas costumbres políticas y formas de gobernar. Y más aún, cuando el presidente Petro convoca a la construcción de un gran acuerdo nacional por la paz, la reconciliación y el desarrollo del país.
Tenemos una sociedad que fue manipulada estratégicamente durante años a través del miedo y la indignación para que no se permitiera el cambio de paradigma político. Quiero recordar, y no a manera de meter el dedo en la llaga, sino a manera de contexto, como en año 2016 un sector político opositor del proceso de Paz manipuló con falsedades los puntos acordados en las negociaciones con las extintas Farc, engaños que aún siguen difundiendo (claro, en menor proporción): nos vamos a convertir en Venezuela, van a acabar con las Iglesias, la ideología de género y el adoctrinamiento de nuestros jóvenes. Esto permitió el ascenso al poder de quienes tenían la idea de que era mejor una guerra perfecta a una paz imperfecta.
Dentro de esas víctimas, en medio de la manipulación mediática, quedó la Federación que agremia a los trabajadores del sector educador de Colombia (Fecode), con cerca de 270.000 miembros afiliados. Sembraron en el imaginario colectivo de la sociedad que eran los responsables de adoctrinar a nuestros niños y jóvenes en contra del establecimiento y a favor del socialismo que nos llevaría a la debacle económica y social. Eso dicho una y mil veces por todos los medios y cualquier forma de comunicación, generaron en la sociedad colombiana la idea macabra de que los maestros y educadores eran el caldo de cultivo para estimular la rebeldía y la indignación. Nada más alejado de la realidad. Yo soy fruto de la educación pública y con orgullo debo decir que tuve profesores de altísima calidad y jamás algún maestro nos adoctrinó, y me atrevo a retar alguno que denuncie si ha sido víctima de manipulación de su pensamiento. Eso no era necesario, nuestros niños y jóvenes no necesitaron nunca ser manipulados, con vivir sus realidades era suficiente para saber que algo no estaba bien en nuestra sociedad. Según un estudio de la universidad Javeriana, solo el 39.7% de los bachilleres logran continuar sus estudios de educación superior y el 47% de los estudiantes de educación superior terminan desertando por distintos motivos.
Este pequeño dato habla por sí solo, ¿de qué adoctrinamiento se habla?, enfrentarse a la dura realidad de un futuro carente de oportunidades es suficiente para generar frustración en los jóvenes. Sin embargo, utilizaron como chivo expiatorio una organización cuya razón social está alejada de generar odios.
Yo no pretendo lavarles la cara a los maestros del país ni busco señalar que esa organización no tenga fallas o solo victimizarlos, no es esa mi intención. De hecho, creo que Fecode debe alistarse para enfrentar una reingeniería, someterse a una profunda reflexión y convertirse en ficha clave para aumentar el nivel y la calidad de los educadores, siendo los primeros críticos de sus miembros y apostarle desde su orilla a mejorar los niveles de excelencia del sector. no por eso se debe dejar de decir que Fecode es un damnificado del proceso de paz y de las luchas populares que durante años ha pretendido la reivindicación de gran parte de su población y que hoy se ve materializado con el triunfo del Pacto Histórico que llevó a Gustavo Petro a la presidencia de la República.
Hoy levanto mi voz y digo que nuestros maestros son valiosos y sin duda serán parte importante de esta nueva Colombia que queremos construir con el acuerdo Nacional al que nos está convocando el presidente electo, Gustavo Petro. También les pido paciencia, estoy convencido de que no serán excluidos de la conversación, recuerden que son muchos los frentes que el nuevo gobierno debe encarar y hay que darle margen de maniobra, espacio y tiempo. Por tanto, no me queda duda que el presidente que le apostará “al saber” no dejará de lado a Fecode, así como a otras organizaciones sociales que se han sacrificado por lograr una sociedad menos desigual.