sábado, diciembre 14

ESOS DIAS QUE REMEMORAN DERECHOS ARREBATADOS

Por: Jaime Gómez Alcaraz / Analista Internacional – Vocero en asuntos de política exterior del partido Iniciativa Feminista de Suecia

Con el pasar de los años, nuestro calendario se ha ido llenando con nuevas fechas para rememorar diferentes acontecimientos en Colombia y en el mundo. El pasado 10 de octubre fue la conmemoración del “Día Internacional contra la pena de muerte”, hoy viernes 16 de octubre, es el “Día Mundial de la Alimentación”, mañana 17 de octubre es el “Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza” y el próximo 25 de noviembre es el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”.

Que existan estos días para recordar a la humanidad hechos como la pena de muerte, el flagelo del hambre, la pobreza y la violencia contra la mujer muestra de una manera clara y diáfana, pero al mismo tiempo trágica, los tremendos conflictos que vive una sociedad que pretende ser manejada por los dueños del poder político, social y económico, como si fuera una mercancía más al servicio de la mal llamada “economía de mercado”, instrumento de poder de un orden excluyente y patriarcal. El sentido común dice que no deberían existir las razones que dieron origen a su consagración.

O como se puede explicar que en un mundo donde se producen miles de millones de toneladas de alimentos, al mismo tiempo existan, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, 690 millones de personas, una de cada nueve personas que viven en este planeta, que se acuestan con hambre todos los días. Esta situación se prevé podría agudizarse por la pandemia del COVID-19, a finales del 2020, en 130 millones más de personas afectadas por el hambre crónica en todo el mundo. Y esto sin hablar de la situación respecto a la llamada “seguridad alimentaria”. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) define la “seguridad alimentaria” como el acceso físico, social y económico de todas las personas, en todo momento a los alimentos suficientes, seguros y nutritivos para satisfacer sus necesidades dietéticas y preferencias alimentarias para una vida activa y saludable. Satisfacer esa seguridad, implica que las personas tengan recursos económicos para la adquisición de esos alimentos, que han sido secuestrados en los truculentos esquemas de mercadeo de alimentos por parte de las grandes comercializadoras internacionales.

Los alimentos convertidos en mercancía. Por ello es importante incluir en la reflexión la perspectiva de la soberanía alimentaria vista como la capacidad que tienen los pueblos para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de sostenibilidad y los objetivos de la seguridad alimentaria. Esos objetivos no se podrán garantizar si no se protege el mercado doméstico de las fauces de los monopolios internacionales que con frecuencia inusitada, venden los productos por debajo de los costos de producción solo para asegurarse un mercado.

O que explicación se le puede encontrar al hecho que el 10 % de la población mundial (o 734 millones de personas) viva con menos de USD 1,90 al día según últimas cifras de 2015 y las cuales se prevén que también aumentarán en el 2020, a causa de la pandemia del Covid-19. Al mismo tiempo, en el mismo planeta, 2153 multimillonarios poseen más riqueza que 4600 millones de personas según cifras de Oxfam.

Nunca antes habían existido tantos milmillonarios como ahora.

Y como si fuera poco esa desigualdad afecta mas a las mujeres quienes constituyen la mayor parte de los hogares más pobres del mundo. Esa desigualdad es sexista, porque valora más la riqueza de una élite privilegiada que en su mayoría son hombres, que los millones de horas de trabajo de cuidados no remunerados que son esenciales para el funcionamiento de la sociedad y que son hechos principalmente por mujeres y niñas en todo el mundo.

Amnistía Internacional ha enunciado cuatro muy buenas razones para tomar distancia de la pena de muerte como producto de decisiones judiciales. Pero existen otras formas de pena de muerte. Esa desigualdad que se refleja en la pobreza extrema y en la ausencia de una seguridad alimentaria lleva muchas veces a la muerte. Según FAO, 17000 personas mueren de hambre cada día en el mundo. Es una condena a pena de muerte que un sistema injusto impone a millones de seres humanos y ello, en sí, es un escándalo moral.

Me refiero también a aquella práctica conocida como ajusticiamientos extrajudiciales. Como los que suceden en diversas partes del mundo contra, por ejemplo, los defensores del medio ambiente o los defensores de los derechos de los pueblos ancestrales, o los defensores de los derechos humanos o los defensores de los derechos de la población LGBTI o los defensores de los derechos de la mujer. En Colombia, hace un mes la policía asesinó a trece personas cuando ocurrían protestas legitimas contra el abuso policial. En este país también han asesinado más de 350 líderes sociales solamente durante el gobierno del actual presidente Duque.

Me refiero a la pena de muerte a la que son condenadas las mujeres en el mundo y por lo que la ONU informa que 137 mujeres son asesinadas cada día en su hogar.

Me refiero a la pena de muerte que un número de países del norte global condenan a personas, por lo general de países de bajos ingresos, que huyen para salvar su vida y luego de padecer hambre y un sin número de agresiones, se les cierran las fronteras y se les niega el derecho de asilo. Su destino ha sido morir ahogadas en el mar Mediterráneo.

Estas situaciones de desigualdad que conllevan a la muerte son evitables. Existe el conocimiento y los recursos para evitarlo. Requiere de voluntad política para construir una sociedad que valore y pague el trabajo de los cuidados que realizan las mujeres y las niñas, que imponga tasas de impuesto a la riqueza de los milmillonarios e imponga una tolerancia cero a la existencia de los paraísos fiscales, que construya una economía que respete los derechos de la naturaleza y beneficie a todas las personas y no solamente a unxs cuantxs. Una sociedad que garantice el derecho a la vida digna y al pleno goce de las necesidades fundamentales de los seres humanos.

Cuando hayamos construido esa sociedad del tamaño de nuestros sueños, no hará falta que sigamos teniendo esos días en el calendario que rememoran lo inhumano de un sistema indigno y patriarcal.

Ese día llegará, tarde o temprano. ¡Mientras tanto, apoyemos la Minga!

 

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