Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Los ignorantes disimulan sus dificultades inventando palabrejas o empleando latinazgos con los cuales descrestan a otros aún más ignorantes.
En Colombia se puede poner una escuela de guerra para enseñar a matar, una de box para aprender a romperse a puños o una de lucha para hacer mejores llaves que una ferretería, pero ni se le ocurra montar una escuela para enseñar a hacer el amor. En días recientes un periodista de Caracol calificó como bochornoso lo que hizo una pareja en Cartagena, a saber, mantener relaciones sexuales en un balcón. Lo verdaderamente bochornoso es lo que cuenta que ocurrió después: uno de los involucrados en el acto amatorio habría pagado 3.000 dólares al policía que fue despachado a la escena para que lo dejara volver a sus asuntos. Eso sí es bochornoso, lo otro es perfectamente normal. ¿Será que al periodista le parece bochornoso “hacer el amor” cuando de él y su pareja se trata?
La ignorancia de don Luis Carlos Vélez recibió mención de honor tras su afirmación en días pasados de que la guardia indígena desfilaba “armada” por el centro de Bogotá. Sustentaba su dicho con una fotografía en la que se veía a varios indígenas en formación portando un bastón de mando, cuya vocación para hacer daño es mínima sino inexistente, pero que en opinión del periodista era equiparable con un Galil. Como lo contó el medio Pacifista, el poder del bastón radica “en su fuerte simbología que manifiesta la autoridad moral, la autonomía y la resistencia de los pueblos indígenas”. Fueron muchos los colombianos que protestaron ante las afirmaciones de Vélez al tiempo que unos pocos comunicadores se limitaron a repetir como loras. Nos percatamos de que cada vez que caemos –por erro– en alguna de las emisoras de los grupos empresariales nos sentimos como en la caricatura de Tuco y Tico, las urracas parlanchinas.
Hablando de uribistas, nada menos que un cretino es el personaje que se autodenomina “El Patriota”, quien por medio de su cuenta de Twitter difunde constantemente información que atenta contra la honra e integridad de otros ciudadanos. En una de sus últimas expresiones, el señor Jaime Arturo Restrepo –porque hay que tratarlo por su verdadero nombre– afirmó que la guardia indígena es una célula guerrillera. Siguiendo su lógica, podría decirse lo mismo de él por sus conocidos nexos con ultras y uno que otro paramilitar.
Cambiando de tema, quienes hemos dictado clases no podemos aceptar que un señor político como Sergio Fajardo se presente ante la opinión pública como “El Profesor”. Nosotros que hemos escuchado sus intervenciones, tan magistrales como las de Duque, nos atrevemos a afirmar que no le cabe el título. Porque lo hemos escuchado y porque ha dicho todo lo que sabe, el señor Fajardo de profesor poco, por lo que respetuosamente le pedimos que deje este noble oficio a quienes sí saben hacerlo. Sin pretender ser copistas, nos permitimos transcribir un twitt de Francisco Castañeda (@FranciscoporBta) que se lee: “¡ya viene el videopodcast “El Profesor”! Es tóxico que después de tres campañas presidenciales llenas de tibieza y después del escándalo de Hidroituango, Sergio Fajardo se siga presentando como ‘el profesor’”.
Lo que le faltaba al circo de los hermanos Gasca es el papelón de payaso que está haciendo el jurista de la Sergio Arboleda que malmaneja la Fiscalía General. Haciendo el ridículo, al igual que otrora lo hizo su antecesor Néstor Humberto, se dice amenazado por la divulgación que el presidente Petro hizo de una información del periodista Gonzalo Guillén publicada en La Nueva Prensa, según la cual un fiscal del entourage de Barbosa –el señor Daniel Hernández– habría guardado silencio cómplice respecto de 200 homicidios presuntamente efectuados por el Clan del Golfo. Ahora Barbosa se hace el mártir y presenta su causa como una de persecución política, así como advierte de exilios y procesos judiciales. Lástima que las pesquisas que se sucedan de todo esto las conocerá el peor error de la Constitución de 1991: la Comisión de Acusaciones, institución que ha desnaturalizado el ejercicio de la administración de justicia contra aforados y que demanda una reforma urgente como lo han hecho saber múltiples juristas, bien sea mediante una reforma constitucional o una asamblea nacional constituyente. No puede seguirse admitiendo que individuos faltos de cualquier conocimiento atribuyan responsabilidades penales.
Recomendamos leer la investigación que suscitó el debate, publicada en La Nueva Prensa y firmada por Gonzalo Guillén, a la que pueden acceder dando clic acá. Como abrebocas, les presentamos este párrafo: “[i]nvestigador del CTI le pidió en vano al fiscal Daniel Hernández impedir cientos de homicidios específicos del Clan del Golfo y luego le envío constancias de que los dejó cometer”.
Los comentarios que se hacen en los corredores sobre el vis a vis del presidente y el fiscal Barbosa es que éste no supo dar respuesta a una inquietud de interpretación constitucional. No tendría nada de raro que esto sea cierto, a juzgar por su conducta previa y en particular por su notable desconocimiento de las instituciones jurídico-procesales del derecho penal.
A nadie le gusta pagar impuestos, pero cuando uno tiene que hacerlo para que se los goce una gobernante como Claudia López da rabia. La piedra es mayor tratándose del impuesto a los vehículos automotores, que no refleja un ajuste en razón de las cada vez más intensas restricciones a su uso. Por capricho y voluntad de la mandataria, un carro particular ha dejado de circular, en promedio, alrededor de 30 días al año. Sus decisiones sin sustento ni técnica han llevado –como esperaban con ansia en la secretaría de Movilidad– a un incremento desmesurado en el pago de la exención, beneficio al que no pueden acceder los propietarios de la clase media, quienes se ven obligados a emplear otros medios de transporte para sus desplazamientos. Este invento, por demás equivocado, tiene una perversa destinación específica: financiar –aún más– el déficit de los operadores privados de TransMilenio.
Mientras caminamos al banco para pagar los impuestos vemos vías llenas de huecos, surcamos andenes inexistentes o tan deteriorados que nos obligan a bajar a la calzada y, entre caneca y caneca, nos toca volver al pavimento dado que el andén está invadido por sacos de escombros. Nos cuentan que quienes han hecho negocio durante la alcaldía de López son los comercializadores de medidores de tensión, por la piedra que produce en los ciudadanos su gestión. Pero quizá lo más grave del cuento está en la destinación de los varios impuestos que se pagan por medio del recibo de impuesto vehicular: todo parece indicar que ninguno tiene por objeto la conservación de la malla vial, su natural destinación, y se estarían empleando recursos obtenidos de estos tributos para pintar de azul las calles y con ello convertirlas en “bicicarriles”. Entre sustracción y sustracción del espacio público destinado a la movilidad de los conductores y usuarios de buses, la Alcaldía ajusta decenas de kilómetros de “nuevas ciclorrutas” que publicita día de por medio en la prensa. Y la pintura es el mejor de los casos, porque hay varios “bicicarriles” cuya única indicación de existencia es un “maletín” de plástico naranja atravesado en la vía y al que le han crecido plantas por el paso del tiempo.
Adenda: acabamos de ver un titular de imaginación y tiene que ver con nuestros héroes de la patria. A un exgeneral y dos excoroneles colombianos les fue revocada su visa para acceder al paraíso capitalista y se les prohibió ingresar por cualquier medio a Estados Unidos. El gobierno Biden les quitó las llaves para visitar Disney a los señores Iván Ramírez Quintero, Hernán Mejía Gutiérrez y Juan Carlos Figueroa Suárez. Sobra decir que aplaudimos esta decisión.