Durante un conversatorio en la Universidad Javeriana en Cali, el coronel retirado Luis Fernando Borja, excomandante de la Fuerza de Tarea Sucre, hizo revelaciones impactantes sobre los “falsos positivos” —las ejecuciones extrajudiciales cometidas por miembros del Ejército colombiano—, afirmando que el número de víctimas podría ser mucho mayor al registrado. Borja, quien reconoció su responsabilidad en estos crímenes, estimó que las víctimas podrían superar las diez mil, lejos de las 6.402 documentadas por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Borja, uno de los principales perpetradores de estas atrocidades, explicó que las ejecuciones extrajudiciales han existido desde antes del período más conocido entre 2002 y 2008, bajo diferentes nombres, y que muchos oficiales, incluyendo superiores, estaban al tanto de estas prácticas. En su intervención, realizada en el marco de la Semana por la Paz “El diálogo restaura”, organizada por la Misión de la ONU, Borja asumió la plena responsabilidad de sus acciones y subrayó que las decisiones de matar a civiles inocentes fueron propias, sin escudarse en órdenes de sus superiores o subordinados.
El coronel retirado también destacó que algunos oficiales se negaron a cumplir estas órdenes, pero muchos otros las aceptaron, contribuyendo a lo que calificó como una “tragedia humana”. Reconoció el enorme daño infligido a las víctimas y sus familias, y expresó su deseo de reparar parte del daño mediante el diálogo, la verdad y la reconciliación.
Además, Borja mencionó la existencia de crímenes que aún no han sido investigados, especialmente los cometidos antes del año 2000. Explicó que estos casos, almacenados en archivos de la Justicia Penal Militar, permanecen impunes, y que una revisión exhaustiva de estos expedientes podría revelar muchos más asesinatos ocultos.
En sus declaraciones, Borja no solo expuso la magnitud de los crímenes cometidos por el Ejército, sino también la complicidad de algunos oficiales de alto rango, involucrando directamente al general Francisco René Pedraza en masacres cometidas en alianza con grupos paramilitares en 1992.
El testimonio de Borja abre un nuevo capítulo en la investigación sobre los falsos positivos, destacando la importancia de continuar las indagaciones para revelar la verdad completa sobre estos crímenes y el papel de las fuerzas militares en la guerra sucia que sufrió Colombia durante décadas.