sábado, diciembre 7

¿El actual Sistema Distrital de Cuidado resuelve la problemática de cargas de cuidado de las mujeres?

Por: Heidy Sánchez

Este 2 de mayo en el Concejo de Bogotá se cerró el debate de control político que desarrollamos acerca del Sistema Distrital del Cuidado (SIDICU), enfocado en el funcionamiento de la primera manzana del cuidado de Manitas, Ciudad Bolívar, la cual se inauguró en 2020. Esto, con el ánimo de identificar aspectos que en nuestra perspectiva son necesarios tener en cuenta para mejorar su implementación, teniendo en cuenta que se proyectan 45 manzanas de cuidado para Bogotá a partir del POT.

En el debate quisimos enfocarnos en aspectos a mejorar del SIDICU en clave de garantizar de manera eficiente el reconocimiento, la reducción y la redistribución de las tareas del cuidado, concentradas en las mujeres. Para ello hicimos un análisis teórico de diversas autoras, como por ejemplo Silvia Federici[1], quien evidencia cómo la estrategia del capital consistió en desplazar a las mujeres a los hogares para que cuiden de la mano de obra, acentuando así la división sexual del trabajo: los hombres realizando el trabajo asalariado y las mujeres el trabajo no remunerado (las tareas del cuidado). De ahí la subordinación estructural de las mujeres en el orden capitalista, responsables de la reproducción social para garantizar y sostener la producción económica.

 

El cuidado en cifras para Bogotá

Según la última Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) de 2020-2021 elaborada por el DANE, en Bogotá el 32,9% de las mujeres participan en actividades de trabajo remunerado frente al 48% de los hombres, es decir, existe una brecha del 15,1% en el mercado laboral. Mientras que realizan trabajo NO remunerado el 89,2% de las mujeres en Bogotá frente al 69,4% de los hombres, lo que representa una brecha del 19,8% que evidencia cómo el cuidado en gran proporción recae sobre las mujeres. Además, muchas de estas mujeres bogotanas cumplen doble y triple jornada laboral, pues son responsables del sustento económico de sus familias y además le dedican diariamente 6 horas 47 minutos a las tareas del cuidado, mientras los hombres dedican tan solo 2 horas 36 minutos.

 

Primera manzana de cuidado “Manitas”

Desde que fue inaugurada la manzana del cuidado en el SuperCADE Manitas hemos hecho seguimiento a la forma en la que se ha venido implementando el SIDICU, evidenciando que este ha consistido principalmente en dar una oferta institucional basada en la articulación de servicios ya existentes, pero que realmente no ha tenido un impacto en la vida de las personas que se dedican a las tareas del cuidado.

En Bogotá hay más de 1.163.000 personas cuidadoras, es decir, 10,7% de la población de la ciudad. En el caso de Ciudad Bolívar hay cerca de 124.000 personas cuidadoras, y la manzana de cuidado de Manitas tiene un radio de acción, con base en el análisis peatonal de cobertura, para 5.416 mujeres cuidadoras, que representan solo 4,4% de las mujeres cuidadoras de la localidad. A su vez, es menester señalar que la ubicación de las manzanas del cuidado se determinó teniendo en cuenta aquellos territorios y lugares en donde ya existían equipamientos construidos y se “maximizó la estructura” ya existente, tal es el caso del SuperCADE de Manitas como equipamiento ancla de esta manzana de cuidado, lo que quiere decir que solo se tuvieron en cuenta aquellos territorios con condiciones aptas para instalar una manzana del cuidado, no con base en las necesidades y/o particularidades de las mujeres cuidadoras que allí habitan.

 

Servicios de Manitas

Entre 2021 y 2022 mayoritariamente se han prestado servicios de cuidado, formación y respiro, y en general se brindaron 48.727 atenciones, sin embargo, hay que resaltar que esto no representa número de personas, lo que quiere decir que alguien pudo recibir el mismo servicio varias veces. Asimismo, hay que mencionar que, si bien no se excluyen las personas migrantes o las mujeres trans, esta manzana de cuidado no tiene servicios diferenciados para esta población, lo que disminuye su concurrencia, por ejemplo, en 2021 no se atendió ninguna mujer trans y en 2022 tan solo una.

Entre los servicios ofertados entre 2021 y 2022 está la “homologación de saberes” que consiste en la certificación de los conocimientos relacionados con el cuidado, suponiendo que esto sirve como competencia laboral, a lo cual se le han invertido distritalmente $781.038.654 pero no se conoce el impacto obtenido. Otros servicios son, por un lado, los “talleres de transformación cultural” a los cuales se les asignó en ese mismo periodo la suma de $511.013.503 y aún no se conocen sus resultados, más allá de listados de asistencia y, por otro lado, la “orientación psico jurídica” que, a pesar de ser de gran importancia para el SIDICU, fue el servicio al que menos presupuesto se le asignó ($332.440.669).

También se oferta el programa de “relevos” que tiene por objetivo llevar los servicios de cuidado a los hogares y reducir los tiempos que las cuidadoras dedican al trabajo de cuidado no remunerado, para permitir que ellas “puedan dedicarse a otras actividades fundamentales para la igualdad de oportunidades”, sin embargo, la condición para recibir este servicio es que tomen un curso de formación en paralelo de 2 horas semanales durante los 2 meses que dura el programa en el hogar beneficiario. Es decir, al final no existe tal liberación de tiempo o el goce del mismo al libre albedrío.

El programa cuenta con varias restricciones, por ejemplo, el lavado de ropa a mano tiene un máximo de 10 prendas y el planchado un máximo de 20 unidades, además que se debe contar con “una plataforma estable y recta” donde planchar y tiene que ser en un espacio ventilado y bien iluminado, lo cual seguramente no es tan coherente con la realidad de los hogares en condición de vulnerabilidad de Ciudad Bolívar, pues existen muchas familias numerosas que sin lugar a dudas superan el máximo de prendas a lavar y planchar y no cuentan con los espacios exigidos, entonces al final sigue siendo un servicio que se presta con lógicas distintas a la realidad.

Además, no permite ayudar a niños y niñas a hacer tareas escolares, tampoco apoya en la realización de compras, y si la mujer cuidadora beneficiaria se vea obligada a cancelar el servicio de relevo, debe asumir el 20% y el 50% del costo, lo cual entonces termina siendo un gasto adicional y no una ayuda. Dicha apuesta costó alrededor $4.700 millones de pesos por 3 meses para beneficiar a tan solo 3.340 mujeres cuidadoras en la ciudad.

 

¿Evaluación y seguimiento?

La Secretaría de la Mujer indica que no se cuenta con un proceso de evaluación del funcionamiento de la manzana de cuidado de Manitas, y el seguimiento se realiza a través de informes trimestrales de la Mesa Local de la Manzana del Cuidado, no obstante, hay que decir que estos son poco rigurosos en relación con la magnitud de esta iniciativa, pues entre otras debilidades que describen los informes, están:

  • Falta de espacios y equipos tecnológicos idóneos y necesarios para cualificarse.
  • Cambios de fechas y horarios de actividades con la Secretaría de Integración Social.
  • Deserción de mujeres cuidadoras en cursos.
  • Bajo uso del servicio de lavandería.
  • Poca difusión y convocatoria de los servicios de la manzana del cuidado.

Por ende, esto evidencia que el SIDICU no contempló realmente las necesidades de las personas cuidadoras que habitan los territorios con mayor vulnerabilidad, sino que se generalizó una lista de servicios que se logran articular en un perímetro específico, sin que esto necesariamente sea coherente con la demanda y responda a un estudio territorial de identificación de carencias sectoriales. Esto ha de ser el punto de partida para la priorización de la prestación de servicios a cuidadoras y personas que requieren cuidado en cualquier nivel.

La administración insiste en que el impacto del SIDICU aún no se ha logrado medir, porque se necesita de un periodo de referencia más amplio para poder establecer las relaciones de causa y efecto en cuanto a la implementación, pero ya han transcurrido tres años en los cuales se debería esperar tener al menos un indicador que sintetice si ha sido positivo o no la implementación del mismo.

Propuesta para el SIDICU

Es claro que Bogotá requiere un SIDICU para resolver el problema de la inequidad en la distribución de las tareas del cuidado, por lo que en el marco del debate presentamos varias propuestas a la administración, tales como: la realización de un estudio territorial para identificar necesidades y características de las cuidadoras en cada localidad, para que los servicios que se ofertan respondan a la realidad de las mujeres que habitan los territorios; vincular a las mujeres que tienen doble y triple jornada laboral; garantizar que las personas cuidadoras utilicen el tiempo liberado de manera autónoma en sus proyectos de vida; priorizar la apertura de comedores comunitarios, jardines infantiles y lavanderías con mayor disponibilidad horaria, pues son los servicios más demandados; garantizar servicios jurídicos y psicológicos para la atención de violencias basadas en género, estos de carácter permanente y constante acompañamiento que permitan un restablecimiento de derechos efectivo, entre otras.

Es importante la implementación de un SIDICU adecuado y oportuno que realmente atienda las necesidades de las mujeres y personas cuidadoras, en perspectiva de eliminar o transformar esos roles de género, garantizando de este modo una efectiva redistribución del cuidado. El verdadero objetivo del SIDICU debe estar dirigido al mejoramiento de condiciones de calidad de vida de las mujeres, lo que incluye liberar tiempo para que estas de manera autónoma decidan qué hacer con el mismo, y en ese sentido tengan verdaderas oportunidades alrededor del acceso a un trabajo digno, independencia económica y en general una vida libre de violencias.

[1] Silvia Federici, El patriarcado del salario.

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