La Fundación para la Libertad de Prensa publicó recientemente un balance de la relación del gobierno de Iván Duque con la prensa, la cual estuvo marcada por distanciamientos, espionajes, perfilamientos e inversiones para propaganda y autoentrevistas para de esta manera imponer su propia narrativa.
Para la Flip la receta de Duque con los medios fue evidente y se caracterizó por la distinción binaria entre amigo-enemigo, llegando a preferir las autoentrevistas a las preguntas que él anticipaba incómodas.
Para tener el control sobre los medios, Duque “engrosó su propia máquina de comunicaciones”, pues según las cifras que reveló la Flip y que la Presidencia entregó en un derecho de petición, en el 2018 el equipo de comunicaciones de la Presidencia era de 15 personas, actualmente son 54.
Pero Duque no solo invirtió en recursos humanos sino también en recursos económicos, específicamente en publicidad oficial, por un valor superior a los 45 mil millones de pesos de los recursos públicos, con el fin de mejorar su imagen y crear una narrativa paralela.
De acuerdo con la Flip, en sus contrataciones de pauta, Duque buscó hacer monitoreos de medios, parametrizar usuarios de redes sociales, y, cómo fin último, posicionar su nombre e imagen en redes sociales, especialmente en momentos de crisis como la protesta social y la pandemia.
Y es que estos dos momentos resultan cruciales en el balance de la Flip, pues fue cuando más se tensionó la relación entre medios y el gobierno, luego de que Duque centrara su estrategia en el ataque y la censura preventiva al contratar a la empresa Alotrópico para construir una narrativa que “hiciera que los colombianos de bien desaprobaran las motivaciones de quienes marchaban”.
Según señala la Flip, en ese mismo contrato, la Presidencia solicitó que se perfilara a diferentes usuarios de redes sociales, y que se les etiquetara como positivo, negativo o neutro, según los comentarios que esas personas hubieran publicado.
Lo anterior parecía ser lo más grave hasta que se hizo público que el Ejército espió la actividad de más de sesenta periodistas y otras figuras públicas con la ayuda de softwares y herramientas informáticas, esto se sumó a que el Ejército tenía una lista de periodistas a los que etiquetó como “Oposición”.
Además, Duque encontró su refugio en el programa que se emitió a nivel nacional por televisión ‘Prevención y Acción’ con el que informó a los colombianos sobre las medidas adoptadas para enfrentar la pandemia, pero que después de más de 400 emisiones se convirtió en propaganda oficial