A finales de 2017, Iván Duque era un Senador, nada brillante, o mejor, brillante para los intereses de los poderosos de este país, que participaba en una encuesta, junto con María del Rosario Guerra, Paloma Valencia, Carlos Holmes Trujillo y Rafael Nieto, para definir el candidato a la presidencia por el Centro Democrático.
El 10 de diciembre de ese año se conoció el resultado: Primero Duque, por un margen de 8 puntos sobre Carlos Holmes quien ocupó el segundo puesto y Rafael Nieto quien quedó en tercer lugar.
Conocedores de cómo se manejan las encuestas en Colombia y de quienes son los dueños de las encuestadoras, cabe sospechar que quien ganó fue el que “dijo” el otrora todopoderoso Álvaro Uribe Vélez, jefe de la colectividad.
Esa designación tomó a todos por sorpresa y creo que hasta a los mismos miembros de su partido. Pero Uribe, diablo viejo y sabio, sabía lo que hacía. Necesitaba un candidato sin pasado corrupto, sin filiaciones nepotistas, que no fuera delfín, que no tuviera vínculos con el paramilitarismo ni con el narcotráfico. Alguien con un perfil así, no es fácil encontrar en ese partido.
A comienzos de 2018, el flamante candidato no marcaba sino 2 puntos en las encuestas. Le ganaba todo el mundo, hasta Jorge Robledo que marcaba 3 puntos. Pero eso no es problema en un país mafioso capaz hasta de fabricar un presidente en seis meses.
Empezaron la magia a través de las encuestadoras amigas, es decir, casi todas: Guarumo, cuyo fundador, Víctor Muñoz fue luego consejero presidencial del mismo Duque (Toda una vergüenza). Datexco, uno de cuyos socios, José Roberto Arango donó 50 millones a la campaña del mismo Duque (Otra vergüenza). Yanhaas de Oswaldo Acevedo quien fue delegado de Uribe en la Junta de la Cámara de Comercio de Bogotá y la encuestadora INVAMER de Jorge Londoño de la Cuesta, cuota de Fico Gutiérrez en las Empresas Públicas de Medellín (ya verán a Fico subir por las nubes) y expresidente de la asociación de caballos criollos ‘Asdesillas’, de la que Álvaro Uribe es miembro de honor.
El truco es sencillo. La encuestadora los infla y los medios avalan y legitiman al candidato estallando sin presencia con un bombardeo de imagen inmisericorde. Pues entre estas encuestadoras y varios medios de comunicación se encargaron de posicionar a Duque, en muy pocas semanas, en los lugares de preferencia de los colombianos. De modo que las encuestas que encabezaban Petro, Vargas Lleras y Fajardo, de un momento a otro tuvieron a Duque como un fuerte contrincate. A esto contribuyeron las emisoras, periódicos y revistas de propiedad de cuatro de los seis ultraricos de Colombia. Lo entrevistaban en medio de carcajadas, lo ponían a tocar guitarra, a hacer cabecitas con un balón, a bailar y a decir toda clase de idioteces. Recuerdo un debate entre uribistas donde el hoy asesor de prensa del presidente les preguntaba si sabían cuánto calzaban las crocs del expresidente Uribe. Duque dijo en todas partes todo lo que la gente quería escuchar.
El tipo jamás se sonrojó para decir ante micrófonos, cámaras de televisión y auditorios universitarios, porque poco se le midió a la plaza pública, a sabiendas que con sus escoltas y los de Uribe ya podía asegurar una asistencia decente, que no haría fracking, que no fumigaría con glifosato, que no tocaría el páramo de Santurbán ni ningún otro ecosistema o Páramo. Juró que no repartíría mermelada a los congresistas, que no haría trizas la paz, que los gerentes y candidatos de las campañas que hicieran fruade tenían que ir a la cárcel y, ante una pregunta del periodista John Torres de El Tiempo, sobre lo que haría si la justicia tocara a algún dirigente de su partido, es decir a Alvaro Uribe, el mago respondió: “La Justicia de Colombia debería ser independiente y las decisiones de la justicia se tienen que respetar. Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero las decisiones de la justicia se deben respetar… Valoro y respeto los fallos de la justicia”.
Entre tanto, al candidato que representaba la propuesta de cambio, los mismos periodistas en los mismos espacios, los mismos horarios, le hacían la vida imposible con preguntas basadas en mentiras sobre su paso por la Alcaldía. Le enrostraban su pasado guerrillero, el problema de las basuras de Bogotá, las multas, los colegios que no construyó, que en realidad sí construyó. Le reiteraban su deseo de convertir a Colombia en Venezuela, de acuerdo con el libreto organizado por el uribismo, cuando Petro ya había marcado distancia de Maduro desde hacía más de un lustro. En fin. Una flagrante violación a la transparencia y la objetividad que rayaban en lo criminal. Aún así, ante la irrupción con fuerza de las redes sociales, la gente no les comió cuento y Gustavo Petro no dejó una sola plaza pública de una capital de departamento sin llenar, incluso con sobrecupo. La Plaza de Bolívar de Bogotá que solo Jorge Eliércer Gaitán había llenado hace 73 años, estuvo repleta por los cuatro costados y varias cuadras de la Carrera Séptima donde tuvieron que esperar resignadas las delegaciones que no cupieron.
Mientras la Colombia Humana y los partidos aliados, MAIS, UP y militantes, e incluso dirigentes del Verde y del Polo rebeldes a las indicaciones de sus jefes, llenaba plazas sin regalar una bolsa con agua, sin prometer nada que no se pudiera cumplir, la campaña del Mago empezaba a montar su número de ilusionismo: El de hacer aparecer más votos de los que iban a obtener.
No lo sabíamos en esa época, en eso hemos sido ingenuos al pensar que el país se puede arreglar con discursos, debates y plazas llenas, pero los Char y los Gerlein en Atlántico y el Ñeñe Hernández en Guajira y Cesar, empezaban la compra de votos, a juzgar por las denuncias hechas en público por la excongresista Aida Merlano y por una gran cantidad de audios en poder de la Fiscalía. Esta última compra no fue hecha con cualquier dinero. Estamos hablando de dineros del narcotráfico, por lo menos los aportados por el Ñeñe y sus amigos. Tampoco sabemos qué pasó con el software de la Registraduría porque no se nos permitió la auditoría internacional ni nos entregaron los códigos fuente para ejercer una auditoría inhouse. Enviaron una delegación de la OEA como garante para decir que todo era pulcro. Sí, la misma OEA del ultraderechista Almagro que se prestó para el fraude y el golpe de estado en Bolivia.
Y así, creyéndonos ganadores, incluso proponiendo un gabinete tentativo, llegó el día antes de las elecciones. El Mago sabía lo que iba a suceder. Tanto que se negó a participar en un debate con Gustavo Petro en los estudios de Inravisión. Lo dejó plantado. Sabía que el conocimiento es una ciencia ajena a la magia y no se podía dar el lujo de perder con Gustavo Petro a pocas horas de las votaciones. Además, ¿para qué asistir a un debate de ideas, si las encuestadoras amigas, acababan de cerrar filas entorno suyo, entregándole la antorcha del ganador con varios puntos de ventaja?
Llegó el 17 de junio, día de las elecciones y ya saben quién ganó: El Mago “Ganó” con más de 10 millones de votos. El candidato que hacía seis meses no figuraba en las encuestas, ahora era el Presidente de la República más votado de la historia. Levanten la mano los que crean que esto es posible.
Y para resumir el cuento, el Mago, el encantador de serpientes, una vez en el poder se transformó en lo que es hoy: un lobo feroz, un aprendiz de monstruo que amenaza con superar a su maestro. Se quitó el disfraz de oveja y empezó a incumplir, una a una, cada promesa, uno a uno cada juramento que hizo a sus futuros electores, que de pronto no fueron tantos, sin sonrojarse y mirando a los ojos:
Está listo para fumigar con glifosato humanos, plantas animales y ríos, a pesar de miles de advertencias de los expertos, de la ciencia, de las demandas que ha perdido Bayer en los Estados Unidos y de la súplica de las mismas víctimas.
Está listo a entregar el agua de los santandereanos conservada por siglos en el Páramo de Santurbán, a una multinacional minera árabe que explotará oro con toneladas de químicos que irán al subsuelo y luego se colarán por los acuíferos hasta llegar a la reserva hídrica. Contaminará el agua de los santandereanos, a pesar de las súplicas de los damnificados y del estallido social que eso detonará.
Está listo para empezar el fracking y no solo eso, en el Proyecto de Ley de regalías que discutimos ahora en el Senado, dio aval a un mico enorme: Subsidiar con el 40% de las regalías a las compañías que saquen esos cunchos de petróleo reventando rocas con agua y arena revueltas con más de cuatro mil químicos que luego irán a los ríos y a convertir la tierra en desiertos llegando a generar temblores, como ha sucedido en otros lugares del mundo.
El Mago está haciendo trizas la paz. Primero objetó seis artículos de la JEP, lo que hizo paralizar por seis meses el Congreso, luego desfinanció el programa de sustitución de cultivos empujando a campesinos e indígenas a la guerra o sirviéndolos en bandeja a los narcos colombianos y mexicanos, ahora instalados en nuestros territorios. Tampoco cuidó a los excombatientes, como lo obliga el “Acuerdo de Paz” suscrito entre las FARC y el Estado Colombiano y ya han sido asesinado 225 exguerrilleros que le cumplieron a la paz desarmándose y cumpliendo penas alternativas como el desminado humanitario. El último, Jorge Iván Ramos, fue asesinado anoche. Esto, y no sabemos si es el objetivo de la ultraderecha que preside, está empujando a más exguerrilleros a las disidencias. “Preferimos morir combatiendo” dicen muchos de ellos ante la posibilidad de ser asesinados. Duque, su líder y los miembros de su partido solo saben jugar electoralmente jugando a mostrar a su cada vez, más reducido número de votantes a un tal “enemigo interno”, con la ayuda de sus asesores y con las chuzadas de inteligencia del Ejército a sus opositores. Quieren crear un incendio para en 2022 ofrecerse a apagarlo.
Pero eso no es todo. En el semestre pasado estallaron varios escándalos que nos permiten pensar que estamos gobernados por narcopolíticos. Primero la Ñeñe política. Después los vínculos de su vicepresidenta con el narcotraficante Memo fantasma. Luego el hallazgo en la finca de uno de sus embajadores de tres laboratorios de cocaína en su finca. Luego apareció una denuncia con testigo abordo, sobre la construcción de un hangar en el aeropuerto El Dorado para enviar cocaína al Chapo Guzmán durante el gobierno de Uribe y cuando el mismo Embajador de los laboratorios en su finca se desempeñaba como Director de la Aeronáutica Civil. A esto súmenle que el piloto personal de la campaña del mago, quien estuvo en la posesión presidencial, murió en Guatemala cuando la avioneta que piloteaba se fue al piso con cientos de kilos de cocaína.
Se conoció también por denuncia del periodista Gonzalo Guillen, que un exteniente del Ejército entregó al Fiscal Osorio, el de Uribe, sendos informes de inteligencia en los que consta que Pacho Santos y el exprocurador Ordóñez, diplomáticos de Duque en los Estados Unidos hoy, estarían vinculados con la conformación de grupos paramilitares y al Mago esto no le mereció ni una indagación. Sigue como si nada.
El Mago se convirtió en monstruo y ya empoderado de su nuevo papel, se atrevió a desafiar la justicia por la medida de aseguramiento proferida contra su mentor por la sala de instrucción de la Corte Suprema. Se fue lanza en ristre contra los Magistrados. Ha trapeado el piso con la Constitución, ha barrido con el estado de derecho. Tanto que un tribunal de justicia aquí en Colombia y varias organizaciones internacionales tuvieron que exigirle que respetara la independencia de la Justicia.
Pero la función aún no termina y aquí está el número estelar. Un truco múltiple: El de arrodillar el Congreso, desbaratar el equilibrio de poderes, estallar por dentro a los partidos Liberal, de la U y Cambio Radical y meter en su bolsillo a todas las “ías”.
Todo a punta de esa mermelada que había jurado no repartir, mirando a los ojos a los entrevistadores. Es un bárbaro. Ahora tiene, Fiscal General, Contralor, Procuradora, Defensor del Pueblo, Presidente del Senado y el 70% del Congreso. Puede seguir haciendo lo que le venga en gana. Seguro usará ese poder para destruir lo poco que nos queda del Acuerdo de paz.
El mago es tan mago, que hizo añicos a Cesar Gaviria, quien lo apoyó en su campaña e ignoró a Pastrana, el otro expresidente que también colaboró en su elección. Y sumó con otro truco de magia a un nuevo Magistrado de la Corte Constitucional.
La cereza del pastel vino esta semana. Se hizo el loco para no extraditar al paramilitar Salvatore Mancuso, a sabiendas del daño que le pueden hacer sus declaraciones a su líder y a otros personajes de su partido. Permitió que Colombia vendiera las tres cuartas partes de su oro a precios de pérdida y ayer, anunció que le prestará 370 millones de dólares a Avianca, una empresa que en bolsa cuesta 51 millones. Un regalo porque es un dinero muy difícil de recuperar. Y duele por dos cosas. Una, porque durante la pandemia se han quebrado 140 mil empresas esperando una ayuda salvadora sin que el gobierno ni los bancos se compadezcan de ellas, y dos, porque esa plata que le presta a una empresa quebrada, que ni siquiera tributa en Colombia, nos la cobrará a todos los colombianos en la próxima Reforma Tributaria cuando, sin más recursos, proponga aumentar la base del IVA o trasladarlo, como quiso hacerlo en 2018, a los productos de la canasta familiar.
Pero no solo Avianca ha podido recibir su benevolencia. A Sarmiento Angulo, a través de su Ministra de Transporte, intentó regalarle 1.2 billones de pesos por una reclamación por el caso de la construcción de la Ruta del Sol II por parte de Odebrecht, y a otros bancos los volvió intermediarios de las ayudas solidarias, y les regaló un encaje bancario en una operación memorable que les dejó en sus arcas más de 500 mil millones. ¿O por qué un solo banco ganó un billón de pesos, justo en el peor semestre económico de toda la humanidad en 90 años?
Duque gobierna para los poderosos. No sabemos si lo hace por perverso o porque está obligado a hacerlo. Pero sus políticas y sus decretos de emergencia han beneficiado, mayoritariamente a los bancos y a los grandes grupos económicos. Por ejemplo, para beneficiar a los dueños de Alkosto, ex socios de Uribe en la Hacienda la Carolina, señalada por múltiples testimonios como el lugar donde se entrenaban grupos paramilitares, declaró un “día sin IVA” en plena pandemia, haciendo que los contagios se multiplicaran. Antes de ese nefasto día, teníamos 60 mil infectados y hoy Colombia tiene 10 veces esa cifra. Con 607 mil infectados nuestro país es uno de los 7 países del mundo con más casos y con casi 20 mil muertos por covid, Colombia es el país donde más muere gente al día, por millón de habitantes. Y es tan mago que tiene convencidos a su 30% de adeptos, según las últimas encuestas, que Colombia ha sido uno de los países que mejor ha manejado la pandemia. ¡Y le creen! ¿Ah?
Y ¡ay! de que alguien proteste por las 106 masacres sucedidas en sus dos años de gobierno, o “asesinatos colectivos”, como el llama, 46 de ellas este año, nueve en el último mes. O que alguien proteste por los 438 líderes sociales asesinados desde su posesión: Plomo es lo que hay. En medio de la pandemia compró tanquetas y armas no convencionales para sus opresores del ESMAD. También tomó plata de la paz, esa que tanta falta hace para cumplir el anhelo de las víctimas en los territorios, para pagar empresas encargadas de perfilar a quienes, desde las redes sociales, denunciamos sus marranadas y las de sus ayudantes. Fuentes aseguran que ha gastado 20 mil millones para subir su imagen. Plata a la basura porque podrá gastar 100 mil y no logrará levantar su alicaída imagen. Ya todos sabemos quién es Duque, de dónde viene y para donde va. Es el sucesor, así, en mayúsculas: El SUCESOR del peor ser humano que ha parido Colombia: Álvaro Uribe Vélez.
Señoras y señores, lo aquí dicho da para pensar, con suficiente ilustración, que estamos ante un dictadorzuelo que, difícilmente entregará el poder en 2022. Hará lo magamente posible por inventar un nuevo truco, el más pro, para seguir la función hasta 2026 o más allá. De verdad que me le quito el sombrero y me aterro porque ya demostró con creces, que es un tipo capaz. De todos ustedes depende que lo podamos detener y la fórmula está inventada: Mucha calle y un cuidado casi quirúrgico de las elecciones de 2022. Hagan de cuenta que murieron por Covid y regálenle al país, al cambio, a las víctimas, a los oprimidos, a la naturaleza tan maltrecha en este gobierno, a los excluidos que no soportan un minuto más de Uribismo, dos horas de su tiempo el día de las próximas elecciones para que vigilen, como testigos electorales, las elecciones que, con toda seguridad se intentarán robar nuevamente.
Nosotros haremos nuestra parte: Unirnos. Si los partidos alternativos no somos capaces de lograr la unión para derrotar a Duque y a Uribe, lamento decirles a todos sus líderes, que somos unos inútiles, unos buenos para nada y que no merecemos seguir en la política. Otros cuatro años de estos seres perversos, de estos maestros de la magia negra en el poder, por culpa de una nueva división, sería una catástrofe humanitaria, para la paz, para las víctimas, para los empresarios medianos y pequeños y para los pobres de este país que hoy son más y que, según el Banco Mundial, hoy somos el tercer país más desigual de la Tierra, el de mayor número de masacres este año, el de mayor número de desplazados. No más Duque, no más Uribe, no más guerra, no más corrupción, no más desigualdad. Acabemos con esta pesadilla en las urnas o el próximo truco del mago será hacer aparecer un caballo de Troya como su sucesor.
Ñapa: mañana lunes 7:00 PM junto con Gustavo Petro debatiremos en vivo, frente al Registrador Nacional, El presidente del Consejo Nal electoral y el magistrado Luis Guillermo Pérez, sobre el software y las garantías que nos darán para 2022. Los espero.
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