lunes, diciembre 2

Crónica del día en que apareció un monstruo del ciclismo internacional: Tadej Pogacar

Por Urías Velásquez / twitter: @UriasV

En algunos años aquellos que recuerden el tour de Francia del 2020 hablarán de la etapa número 20 como una de las jornadas épicas del ciclismo de todos los tiempos y el momento exacto en que nació para la historia del ciclismo internacional un verdadero monstruo: Tadej Pogacar.

Una gesta tan dramática como aquella que aconteció el 23 de julio de 1989 y en la que Greg LeMond en la última jornada del tour le arrebató el título que ya casi tenía “cocinado” Laurent Fignon ganándole la contra reloj de 24 kilómetros por 59 segundos, 8 más de los 51 que hasta ese día perdía. Entonces fue cuando el mundo entero observó al enemigo permanente de los ciclistas colombianos tirado en el pavimento, boca arriba, llorando  su tremenda derrota.

La de hoy fue una contrarreloj de 36,2 kilómetros con un puerto de montaña de primera categoría en su recorrido. Poco a poco la mazorca de ciclistas se fue desgranando y los competidores fueran formando un rosario que unió el punto de partida: Lure con el punto de llegada: La Planche des Belles Filles.

El primer gran ‘tiempazo’ lo impuso Rémi Cavagna, campeón contrarreloj de Francia del 2020 al bajar de la hora con un 57’54’’. Paso mucho tiempo hasta que Wout Van Aert, después Richie Porte y, finalmente, Tom Dumoulin mejoraran el registro.

Lo que nadie podía anticipar en ese momento es que estaban a pocos instantes de presenciar como un gigante destrozaría los cronómetros y lo pondría todo patas arriba, ese especial, ese elegido, no podía ser otro que Tadej Pogacar, el genio que estaba destinado hoy a hacer historia: sus primeros cronometrajes parciales auguraban un resultado excelente,  pero lo que hizo en la última parte del recorrido, el tramo empinada de la etapa, francamente fue magistral. Al final su tiempo de 55’:55’’ lo ubica en la categoría de un ‘sobre-natural’, de un ciclista de otra galaxia.

No hay mejor testimonio de lo ocurrido que la imagen de Primoz Roglic, el ciclista todo poderoso, hasta hoy líder de la clasificación general y el favorito indiscutible de los expertos para ganar la carrera, sentado en el pavimento, con los pies totalmente extendidos hacia adelante, los brazos caídos, la espalda curva, la cabeza mirando primero al suelo y luego a cualquier lado, agotado, sin fuerzas. Lagrimas no le salen, es cierto, pero debiera. En todo caso su cara es de desconsuelo y dolor. Por poco, por muy poco, se le ha escapado el Tour que ya casi era suyo.

Unos cuantos metros más allá, Dumoulin y Van Aert, segundo y tercero de la etapa y compañeros en el Jumbo Visma de Roglic, permanecen petrificados, sus caras de asombro son imposibles de disimular. Lo que les importa a ambos no es, sin embargo, el haber perdido la etapa –contra todo pronóstico-  sino el ver a su jefe de filas en el suelo, vencido irremediablemente.

Alejado de todos ellos el joven maravilla de escasos 21 años que se cubre la cara con ambas manos y llora frugalmente en el hombro de su director técnico. No lo puede creer, no sabe si lo que vive es la realidad o simplemente un sueño, lo que sea, lo único que no quiere es despertar porque de una manera mágica y hasta ilógica se ha apoderado de la clasificación general que lo pondrá en el sitial más alto de su carrera cuando el tour expire en París y él, Pogacar, lo reciba todo: la clasificación de jóvenes, la camiseta de la montaña, tres etapas y –como no- el tan preciado mailot amarillo. Pero, además, entre en los libros de records de la prueba al convertirse en la segunda persona más joven en ganar un tour (el más joven en hacerlo y quizás para siempre siga siendo Henri Cornet en 1904, 116 años atrás).

Sí, hoy ha sido el día en que ha acabado y comenzado todo. Acabado la esperanza que Froome algún día regresé a ganar su quinto tour, acabado la parafernalia alrededor de Primoz Roglic como un ciclista imbatible, acabado la espera para ver cuál era el siguiente gran ciclista en la esfera internacional. Pero, al mismo tiempo, ha comenzado el trasegar de un superdotado que –seguramente-  nos hará recordar al Eddy Merck que lo ganaba todo, al  Bernard Hinault  estratégico que superaba cualquier obstáculo y al Miguel Induráin que reinó sin rivales.

Sí, hoy en la etapa número 20 del tour de Francia de 2020 apareció un monstruo del ciclismo internacional, es esloveno y su nombre es: Tadej Pogacar.

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