El embajador de Colombia en Estados Unidos, Daniel García Peña, confirmó que la adquisición del software de espionaje Pegasus fue financiada por Washington. Según García Peña, el expresidente Iván Duque no estuvo al tanto de esta compra, la cual fue justificada en el marco de la lucha contra el narcotráfico.
Durante una reunión en la Casa Blanca con Daniel Erikson, director para asuntos del hemisferio occidental del Consejo de Seguridad, se le informó al embajador que los recursos para la compra fueron de origen estadounidense y que el pago se realizó en efectivo. Este método de pago, según explicó Erikson, se ha utilizado en otras ocasiones para evitar la trazabilidad de los fondos, lo que García Peña calificó como “sospechoso” e “irregular”.
Sin embargo, surgen serias dudas sobre cómo una operación de este calibre pudo llevarse a cabo sin el conocimiento del entonces presidente Duque. Es cuestionable que una transacción tan delicada, relacionada con un software de espionaje globalmente controvertido, no fuera reportada a las más altas autoridades del país. Este vacío en la cadena de mando ha alimentado la especulación sobre el verdadero alcance de la influencia extranjera en las operaciones de inteligencia en Colombia, y si realmente Duque fue mantenido al margen o si existe una omisión deliberada en esta revelación.
El caso ha desencadenado una tormenta política, y la Fiscalía ha citado a varios exfuncionarios, incluido el general (r) Jorge Luis Vargas, para aclarar el papel de Pegasus en actividades de inteligencia en el país. La polémica resalta interrogantes sobre la relación entre Colombia y EE.UU. en materia de seguridad y operaciones encubiertas, mientras se busca determinar si el software fue utilizado para espiar a políticos, periodistas o empresarios sin autorización formal.