
Editor: Francisco Cristancho R.
A juzgar por la experiencia, los colombianos creemos que ser sonámbulo es credencial suficiente para liderar la opinión pública desde la radio mañanera.
No entendemos si es por lo temprano, por el frío de estos días o por lo extraño de su trabajo, pero los programas de la mañana en las emisoras son cada día peores. Para la muestra un cubrimiento reciente: el de las inspecciones que adelantó la Superintendencia de Industria y Comercio a empresas y gremios que, coincidencialmente, son grandes adquirentes de pauta en algunas frecuencias. Poco importó que fueran de rutina, que no fueran caprichosas sino sustentadas en órdenes fundadas, tampoco interesó que se dieran en ejercicio de una competencia legal dada a esa entidad ni que se hubieren ejercido mucho y de tiempo atrás en condiciones semejantes.
La actuación de la Superintendencia fue el hecho “reprochable” del día, circunstancia que unos cuantos saben encontrar –o inventar– sin descanso con el propósito de afectar al presidente Petro y a su gobierno. Esta vez los afectados fueron los funcionarios de la SIC que cumplieron con la ley, incluida la Superintendente, contra quien dirigieron las más injustas e infames censuras, pero mañana bien pueden ser otros, porque la línea es una y es unívoca: cualquier hecho novedoso, singular, infrecuente o ajeno al conocimiento de quienes definen la agenda noticiosa, que afecte o pueda comprometer intereses de poderosos o que opere en beneficio de la mayoría –es decir, buena parte de las acciones de un gobierno popular y contrapoder– recibirá el castigo de un cubrimiento inclemente, viciado y generalmente infundado con el que se busca influir negativamente en el concepto ciudadano sobre el hecho, los involucrados y, con algo de suerte, el gobierno.
No esperaba encontrarse el señor Néstor Morales, maltratador de autos, así como de oídos, con una contrincante como la doctora Cielo Rusinque; funcionaria proba e inteligente como pocos, quien le dio clase en directo sobre las funciones de policía administrativa conferidas a la entidad que preside. Aparentó costarle mucho al señor Morales entender que puede haber más de una policía y que la policía administrativa no tiene que vestir uniforme verde.
Es al menos curioso que a Néstor ahora se le dificulte comprender muchas cosas que en el gobierno Duque le debían parecer de lo más razonable o rutinario. Por lo visto, dejar de ser el primer cuñado de la Nación causó en él una amnesia, pero eso sí, selectiva, porque recuerda con precisión quiénes son sus protegidos y a quiénes ha conferido su enemistad, que a nuestro juicio es un verdadero privilegio.
Después de semejante lección que en vivo y sin pausas le dio la doctora Rusinque es probable que haya ingresado al distinguido grupo de malqueridos por Néstor Morales. Una cosa no olvidará Néstor después de la entrevista con la Superintendente: por muy insoportable que se le ofrezca este concepto, el presidente Gustavo Petro es el primer policía del país, toda vez que en el Ejecutivo radica el poder de policía.
Por oposición a este dechado de mal periodismo, queremos mencionar una publicación firmada por los periodistas Gonzalo Guillén y Marisol Orozco, y publicada por La Nueva Prensa –medio ampliamente reconocido y por el que sentimos especial afecto dada su generosidad para acoger esta columna– que lleva por título “La seguridad privada en Colombia aportó en 2022 el 1.2% del PIB con un billón de pesos y es manejada en gran medida por la delincuencia”.
Esta investigación deja a la vista de todos el negocio siniestro que es la seguridad privada y que, como todo lo sucio, se financia considerablemente con recursos públicos, prevalida de relaciones políticas que datan de los años de terror paramilitar y de un aparente –desconocemos cuán concertado– fracaso de la fuerza pública para enfrentar la criminalidad. Esperamos haberlos dejado antojados de leerla, no se la pierdan.
Adenda: escuchamos en La Base -un programa de opinión que en nada se asemeja al esperpento que dirige el primer cuñado de la Nación- un neologismo tan ingenioso como oportuno. Decían los comentaristas, en relación con la posición asumida por un dirigente, que a este le dieron su ‘petrazo’, aludiendo a una demostración de carácter como aquella que desplegó el presidente Petro ante el matón del norte hace unas semanas. Nada que agregar.
Adenda dos: curiosa esa fijación de los gringos con la presencia de sus hijos en el domicilio familiar una vez alcanzan la mayoría de edad, por contraposición a la que acostumbramos en América Latina. Quizá en esta acepción nuestra de la familia como núcleo está una de las razones para que, incluso en tiempos de persecución y señalamiento, los migrantes latinos pervivan.
¡Hasta la próxima!