miércoles, enero 22

¡Bienvenida una política exterior feminista en Colombia!

Por: Jaime Gomez, analista internacional y vocero en asuntos de política exterior del Partido Iniciativa Feminista de Suecia

En el otoño del año 2014 lanzó Suecia la llamada “política exterior feminista” constituyéndose así en el primer país del mundo en impulsar esta política. Ocho años después, el actual gobierno de derecha, con apoyo de un partido de origen nazista, ha anunciado el desmonte de esta política. Simultáneamente, algunos otros países del mundo han adoptado la propuesta y hablan explícitamente de impulsarla. Se trata de Holanda, España, Canadá, Luxemburgo, México, Alemania, Francia y Chile. No conozco los alcances de estas propuestas, por lo que me limito solo a reseñar que estos gobiernos han anunciado la implementación de esta política.

Ahora el ministerio de relaciones exteriores de Colombia anunció el pasado 3 de noviembre, a través de su viceministra de Asuntos Multilaterales, Laura Gil, que el gobierno encabezado por Francia Márquez y Gustavo Petro iniciará una serie de diálogos para definir una política exterior feminista y sus lineamientos se incluirán en el Plan Nacional de Desarrollo.

Este gobierno, es un gobierno de derechos, y así nos queremos proyectar en el mundo, como un gobierno de paz, un gobierno de democracia. Y por eso está Política Exterior Feminista, que será política exterior para hombres y para mujeres, pondrá sobre la mesa la promoción de los derechos de las mujeres, las niñas, y las personas diversas” afirmó la viceministra.

Es realmente alentador escuchar esta iniciativa. De alguna manera era lógico que se hiciera este planteamiento, en un gobierno que se ha llamado progresista y ha hecho del “cambio” su bandera fundamental de acción. Un cambio sin la participación activa con perspectiva interseccional de mujeres, niñas y población LGBTQ+, no es cambio.

Cuando leí la noticia en días pasados, rememoré los diversos artículos que he escrito acerca de las incongruencias de la política exterior feminista implementada durante ocho años por dos gobiernos socialdemócratas suecos y que ha hecho que me abstenga de afirmar que se implementó de manera plena e integral, una “política exterior feminista” con todo lo que ello implica. Algunas de mis críticas, las voy a resumir en seis puntos:

1. Se hablaba de la necesidad de la paz en el mundo y sin embargo nunca el gobierno sueco detuvo ni la producción ni las exportaciones de armas a regiones en donde existen conflictos armados. Dos ejemplos los tenemos en Yemen a donde Suecia vendía (y a un vende) armamento a Emiratos Árabes Unidos, uno de los protagonistas de ese conflicto, o el intento de vender aviones de guerra a Colombia luego de firmado un acuerdo de paz. Esta fué una gran piedra en el zapato para la política exterior sueca que le restó credibilidad a esta política.

2. Con el discurso de una visión de género en la política exterior, no se desarrolló una propuesta seria que abarcara no solamente a mujeres y niñas sino también a los grupos LGBTQ+ i a otros grupos excluidos de la sociedad. Fueron invisibilizados a nivel interno y externo y esto no es exactamente una perspectiva feminista.

3. Aunque se hablaba en algunos documentos de la necesidad de implementar la seguridad humana, se impulsó en la práctica un concepto territorial de la seguridad que, junto con el ingrediente de las armas, reproducía una visión patriarcal en donde el control y el poder es lo central. Un buen ejemplo, es la negativa a firmar la resolución de las Naciones Unidas para la prohibición de las armas nucleares alegando que ello limitaría sus posibilidades de colaboración con otros países.

4. No existió una perspectiva interseccional para analizar los diferentes niveles de poder ejercido sobre los individuos o grupos en una sociedad. Este es un factor importante para formular políticas públicas y de estado que apunten a golpear el racismo, el clasismo y otros “ismos”. Un ejemplo concreto de aplicación en el campo de la política exterior, puede ser las políticas en el campo de la asistencia para el desarrollo.

5. Las respuestas que varios gobiernos europeos dieron al auge de los flujos migratorios en el año 2015 provenientes especialmente de África y del conflicto armado en Siria, fue absolutamente arbitraria y racista vulnerando el derecho al asilo. A este fenómeno no escapó Suecia, que se decía implementar una política exterior feminista. Luego de unos meses, Suecia restringió la entrada de migrantes al país. Se asumió casi como una invasión que iba a agredir la nación sueca. Entonces se necesitaba, según el gobierno socialdemócrata de entonces, defenderse de esa imbatida migrante y garantizar la satisfacción de las necesidades, en primer lugar, de la nación sueca. El elemento nacionalista se exacerbó, y abonó el caldo de cultivo que dio espacio a que propuestas de extrema derecha de carácter fascista, tuvieran espacio para crecer. El argumento nacionalista es incompatible con una propuesta feminista.

6. La ausencia de una perspectiva decolonial que salde la deuda histórica que Suecia tiene con los países del Sur global. Deuda que empezó cuando Suecia se involucró en el comercio de esclavos en los siglos XVII y XVIII y que se manifiesta de manera recurrente cuando una visión euro centrista salta a relucir en sus relaciones con los países del Sur global.

Entiendo que una política exterior feminista debería tener como punto de partida, una comprensión profunda de las estructuras de poder patriarcales que impregnan la sociedad y debería tener el objetivo final de deconstruir dichas estructuras, es decir, debe tener un carácter transformador tal y como lo señaló la viceministra Gil. Esa visión debe basarse en el diálogo, la construcción de alianzas transnacionales entre organizaciones y sectores de la sociedad y debe luchar activamente por y con aquellos que se ven afectados negativamente por los sistemas de poder imperantes en el mundo, ya sean de carácter militar, económico o cultural. Una política exterior feminista debe trabajar para que las organizaciones locales se involucren en la formulación de problemas e influyan en la agenda de los foros internacionales.

Varias de las falencias e incongruencias de la experiencia sueca, no se ven, al menos teóricamente, en la propuesta inicial esbozada por la viceministra Laura Gil. Ella ha señalado que la propuesta se asienta en tres pilares: pacifista, participativa y “no sólo incluyente, sino interseccional”. Además, afirma que se está preparando un Plan de Acción de la Resolución 1325 del 2000 del Consejo de Seguridad, sobre Mujer, Paz y Seguridad. Esta iniciativa es innovadora en el contexto colombiano y muy bienvenida, ahora que el gobierno está impulsando una política de “Paz Total” y que el país está próximo a iniciar negociaciones de paz con el ELN.

Será un camino largo en donde seguramente habrá sorpresas y múltiples desafíos. Es una oportunidad formidable para que uno de los países del Sur global, Colombia, construya y transmita su experiencia y conocimiento a los países del Norte global, que deberán admitir su necesidad de aprender de los países del Sur global. Independientemente de los caminos que se tomen, resalto en términos muy positivos esta iniciativa, espero que llegue a buen puerto y que ojalá compagine en términos congruentes, la teoría con la práctica en bien de Colombia y del mundo entero.

 

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