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Por: Jennifer Cardona Malaver
Desde que se decretó la situación de cuarentena el 17 de marzo de 2020 en todo el país, la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia suspendió el proceso de prácticas académicas. Y hasta la fecha su cuerpo de docentes y la administración de la facultad no tienen pretensiones de retomarlo, aun cuando esto viene generando graves afectaciones para con las y los estudiantes, y, cuando existe una eminente necesidad de profesionales de la salud para responder a la pandemia.
De por sí teníamos unas condiciones precarias en el proceso de formación en salud, junto con un enfoque profundamente técnico y mercantilista, para que ahora bajo la cortina de la pandemia pretendan justificar decisiones improvisadas y autoritarias, y sin la flexibilidad necesaria para adaptarse a la situación global sin quitarle la cabeza a sus estudiantes. No se trata de la única escuela de enfermería en el país, pero si de las pocas que han preferido quedarse en la zona de confort tomando la salida fácil, mientras que Colombia carece de profesionales de la salud, y quienes están enfrentando la crisis sanitaria ya no dan abasto. Pero por ahora, ni tutelas ni jueces han válido, y mucho menos las pretensiones estudiantiles hacia un diálogo participativo.
La administración y los docentes de la facultad comprometidos con imposibilitar la continuidad del proceso formativo de sus estudiantes permanecen plácidamente en sus hogares mientras reciben sin falta su sueldo a costa de la ciudadanía. En la actualidad, la comunidad estudiantil permanece altamente desinformada, confundida, y a eso se le suma la crisis socioeconómica y las problemáticas en salud mental de la gran mayoría debido a la incertidumbre con sus proyectos de vida.
Quisiera saber cuando la administración de la facultad habla de responsabilidad ética a qué se refiere, porque con sinceridad ha faltado mucha responsabilidad para con las y los miembros de los distintos estamentos, sus familias y la sociedad en general, por una falta de voluntades políticas y un juicio particular a la hora de planear y gestionar la dinámica académica. No se han visto propuestas alternativas, no ceden ante apreciaciones diferentes, se niegan a escuchar a los y las estudiantes y se mantienen en un inmovilismo conformista. Más la burbuja que posiblemente se está formando con la llegada de nuevos admitidos.
Espero que en algún momento estén prestas a organizar y articular espacios comunes de dialogo e intercambio de propuestas que nos permitan una salida inteligente de la problemática que se ha generado, ojalá y suceda antes de que todo termine por agravarse. En su defecto, espero que el Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud tomen cartas en el asunto, porque pareciese que fuésemos un país condenado a contagiarnos de la mala gerencia y administración pública.
Que miserable resulta la mezquindad y la arrogancia.