Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Hay cosas que tienen más apodos o nombres que una BACRIM y es el caso de la conocida “yerbabuena”, apodada científicamente cannabis sativa. Alguien nos preguntaba que si cannabis era perro repetido; tuvimos que explicarle que no, y que era una pésima traducción que estaba haciendo del latín. Ha sido llamada también cáñamo índico, por cuanto la fibra que de esta se obtenía era de gran resistencia y servía para hacer los amarres o amarras de los barcos. Era más fuerte que el fique o cualquier otra fibra natural y lo cierto es que así como se amarraban los barcos, los yupis se amarran unas buenas trabas con la marihuana.
La escribimos correctamente porque es marihuana y no mariguana como le dicen los mexicanos. También algunos le dicen maria juana. En lo que nos interesa, en el mundo entero se han abierto las puertas para que el consumo de la maracachafa -otro nombre que se le da a esta planta- no sea penalizado sino que pueda ser legalizado su consumo y regulada su producción y expendio. Para tal efecto, hace tránsito en el Congreso de la República un proyecto de acto legislativo que busca incluir un inciso al artículo 48 constitucional, el cual exceptuará de la prohibición de sustancias psicoactivas al cannabis para uso recreativo en unos espacios determinados. Para quienes gocen de buena memoria, recordarán que no es la primera vez que una iniciativa así es debatida en el Legislativo, pero desafortunadamente en todas las ocasiones que ha sido presentado ha resultado archivado o negado de tajo.
¿Por qué no ha pasado? Porque los moralistas de turno le han puesto el semáforo en rojo; porque esto es pecado; porque envicia a la gente; porque en otras partes lo prohiben; es decir, ene cantidad de razones. Pero estos son los mismos que en sus campañas electorales, los fines de semana y bajo cualquier pretexto, se inundan de alcohol valiéndose de la cerveza, el aguardiente o cualquier otro “amarillo”. La doble moral está en que científicamente está comprobado que es más dañino el alcohol que el cannabis. Es obvio que quienes se oponen lo hacen considerando las órdenes proferidas hace un tiempo por el gobierno de Estados Unidos para prohibir esta sustancia, pero que ahora los mismos gringos están permitiendo usar, sin embargo aquí siguen atados a la costumbre de prohibir todo lo que se pueda y permitir lo menos posible. Nos recuerdan la famosa época de la prohibición en los EE.UU., donde hicieron dinero los amigos de Al Capone y también, por qué negarlo, los parientes de Kennedy. También metió mano ahí, según dicen, el cantante Frank Sinatra y se hicieron unos buenos pesos o USD.
Con este proyecto se ofrecen tres garantías a los consumidores frecuentes y ocasionales: primero, que el cannabis es seguro para consumirse, si no ha sido mezclado con ninguna otra sustancia o manipulado en condiciones insalubres; segundo, que el dinero con el que compran su “cacho” no financia la guerra y por el contrario se destina a los productores y al Estado; y tercero, que con los recursos provenientes de su consumo se financian programas de salud pública y prevención de adicciones. La esencia de este proyecto es que seguir negando la existencia del consumo no resulta en nada más que en muertes y conflicto. Los consumidores están, el producto está y los distribuidores están, pero actualmente todo el negocio ocurre en la ilegalidad y con el dinero que resulta de este se financia a estructuras criminales que le hacen la vida imposible a los más pobres y relegados. Esto pone en grave riesgo a los consumidores y supone un gasto del erario que no cumple ninguna finalidad lógica. El proyecto, que ha sido aprobado en primer debate, busca revertir esta realidad y sacar de las sombras a quienes hacen parte de este lucrativo negocio. No olvidemos que la prohibición es causa del apetito, como dice una tía nuestra que está en dieta. La prueba de que el cannabis no es tan malo es que las mejores canciones del inquieto anacobero Daniel Santos, famoso guarachero, las interpretó bajo el influjo de la maracachafa.
Nos íbamos muriendo de la risa cuando se decía que eso era enseñarle a los menores el camino del vicio, olvidando que en muchas regiones del país los padres se jactan de haber enseñado a sus hijos a ‘hartar’ aguardiente y cerveza, “pa’que sean machitos”, y “pa’que se vuelvan hombres, los llevo donde las putas”. Estos mismos censores de hoy son los que se aterran de que las licoreras puedan perder plata, pues son las cajas menores en las campañas electorales y las que les suministran el ‘guaro’ en sus reuniones políticas con ‘muestras gratis’. Ahí no les preocupa la salud mental del pueblo, eso es su negocio electoral.
Quienes se oponen no aceptan legalizar y regular el consumo y expendio del cannabis; votan en contra de cualquier iniciativa que abogue por un énfasis de salud pública sobre el consumo; le quitan los recursos a las instituciones encargadas de los programas de sustitución de cultivos ilícitos; no les interesan las propuestas para apoyar a los pequeños campesinos ni para mejorar las condiciones de existencia en estas zonas. Llegan a la Presidencia y presentan reformas tributarias con enormes exenciones y privilegios a la agroindustria, pero para los agricultores de una hectárea nada. El mensaje es claro. Para los pobres y los campesinos: glifosato y bala.
Nosotros que somos admiradores de Baco hemos pensado seriamente cambiar de santo, empezar a asistir a las fiestas de Adelita, amiga de la cucaracha a la que le faltaba marihuana para caminar, y dejar de lado el tributo al invento de Noé, cuyo apellido según nos dicen era primate por ser el primer mico que se emborrachó. La maría es tan llamativa que si usted deja un gato junto a una matica de estas, se la come hasta la raíz y al día siguiente, en vez de comer carne, bosteza por otro cachito. El autor del proyecto, Juan Carlos Losada, grita voz en cuello: “que viva la marihuana para alimentar los gatitos”.
Adenda uno: Los hippies, para defender el uso de la marihuana, sostenían que era fuente de inspiración para su música y sus poemas, en consecuencia Germán invita a la alcaldesa a inspirarse, a ver si así cambia el metro elevado por subterráneo.
Adenda dos: Cuando alguien la embarra en algo la gente se pregunta: “¿Será que se la fumó verde?”. Y ahí es cuando nosotros pensamos en los verdes, y afirmamos que al cachito le están metiendo mucha política.
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