Por: Wilson Arias
Respetado Representante Garcés.
Recibí una carta de su parte como una poderosa revelación de lo que nos diferencia. Aunque perplejo por su equivocación al invitarme a defender a los banqueros y súper –superricos, en detrimento de los sectores más vulnerables, ¡en plena crisis económica!, no me sorprende el sesgo ideológico que le motiva a estar con los intereses corporativos y rentistas: esas ideas que hoy gobiernan al país, recientemente han sido capaces de dirigir recursos públicos en favor del sector financiero con la más ostentosa desfachatez.
Le resumo nuestra contradicción en materia tributaria hacia el 2021: usted no dice que el binomio Carrasquilla & Duque presupuesta incrementar en 42% los recaudos por IVA –omisión sin vergüenza, valga decir–, mientras el impuesto de renta solo se elevaría el 5,3% y probablemente sobre todo en rentas del trabajo. Sabiendo que se necesitan ingresos tributarios, nosotros proponemos que se proceda en otro sentido: que suban los impuestos directos a los banqueros y a los superricos –no a los asalariados como casi siempre ocurre– y que no se eleven más los impuestos indirectos, que castigan inmisericordes a los hogares populares y capas medias.
No es pues de buen recibo su invitación. Me convida usted, creyendo quizás que somos parecidos, a que traicione a mi origen y a la gente que represento, la misma gente que está soportando la crisis sobre sus hombros. Me llama a sumarme a las filas de quienes apuntalan a los poderosos y llenan sus bolsillos con rentas públicas. Se equivoca Representante Garcés al siquiera sugerirme que me sume a las indolentes ideas del Partido que gobierna y que usted representa en el Valle del Cauca.
Aprovecho que usted me escribiera en carta abierta, para argumentar públicamente mi criterio y desnudar su cínica defensa de los más acaudalados.
Presentar como interés general, la avaricia de unos pocos, es parte del ardid mediante el cual usted “defiende a la Nación entera”. Pero lo cierto es lo contrario: los poderosos que compran Partidos y campañas electorales han logrado no pagar tributos en Colombia. Nosotros queremos gravar al súper rico 1% de las personas jurídicas, que concentra el 96% del patrimonio líquido existente en el país [1]. Por supuesto, es previsible que hablar de justicia tributaria les incomode tanto. Para nosotros es de elemental ecuanimidad proponerla.
A quienes debemos auxiliar urgentemente es a los sectores populares y a los trabajadores; al tejido empresarial colombiano que representa en las pequeñas, micro y medianas empresas el 71,4% del empleo nacional y el 99% del total de empresas en Colombia [2]; a la economía popular, a los campesinos pequeños y medianos, por siempre olvidados. Todos ellos desfilan por el Congreso de la República en medio de esta aguda crisis, escuchando la falsa solidaridad de los Partidos de gobierno y sus Ministros pro- ricos. Demagogos consumados lloriquean en su presencia para negarles los recursos a las horas de las nonas, mientras los entregan a los poderosos por los que aboga usted, Christian Garcés.
¿Y de dónde financiar las principales políticas en beneficio de aquellos que hemos mencionado? Expliquémoslo, aprovechando que este intercambio se hace en público.
En medio de esta emergencia algunos países se han propuesto hacer del gasto público un grande instrumento financiado por el banco central. Y de cara a la crisis y la recuperación se debe modificar la estructura tributaria para auspiciar la producción nacional y castigar el rentismo, la especulación y el parasitismo. De otro modo no alcanzarán los recursos.
Cruzamos una aguda recesión, se ha disparado el desempleo y hay brotes de deflación: la demanda se encuentra tan débil que no logra absorber la ya deprimida oferta. Si usted repasa la historia económica mundial encontrará que para estos casos siempre se alude al concepto que inmortalizó a Rooselvelt; el New Deal para dummies se resume en incentivar un círculo virtuoso en las economías mediante el gasto público. Esta ingente inversión de recursos debe obtenerse mediante diversas fuentes: he propuesto que el Banco de la República financie $100 billones del Presupuesto, para incentivar la demanda (hacia sectores claves como la salud, educación, agricultura, Mipymes, renta básica, matrícula cero, TICs, cambio de matriz energética, etc.).
Al momento de recibir esta respuesta, tramita en el Congreso un proyecto de ley de mi autoría para inyectar liquidez a las Mipymes con tasa compensada sin intermediación de la banca privada. Porque la banca privada no sólo no les prestó en medio de la pandemia, sino que se aprovechó vilmente de la intermediación de los recursos del Estado, ganó y distribuyó utilidades en medio de la Emergencia, sin que usted, Christian Garcés y su gobierno, hicieran cosa distinta de darse golpes de pecho.
De modo que lamento su molestia con el proyecto de justicia tributaria, pero no la disfrace de indignación por “las empresas”, pues a las micros, pequeñas y medianas no las auxilió ese sector financiero, el mismo al que van principalmente dirigidos los impuestos que hemos propuesto: a las personas jurídicas con patrimonios superiores a 43.000 millones de pesos, que constituyen menos de 400 empresas que serían sujetos pasivos del impuesto; por eso resaltamos la necesidad de que sea progresivo y se centre en gravar a las personas jurídicas y naturales “súper ricas y super super ricas”, con tarifas desde el 4% hasta el 6%.
Precisamente cuando la economía decrece en -15.7% para el segundo trimestre del 2020, y cuando necesitamos dar asistencia al grueso del aparato productivo y a la población, la solución no radica en perdonarle impuestos a los dueños de grandes capitales líquidos que incluso se valorizan en la deflación y que rentan en actividades intensivas en capital por un lapso muy corto. No le hablo desde la intuición; la teoría y la evidencia empírica sugieren lo contrario a lo que usted propone: no es premiando al rentismo parasitario como el país saldrá de la crisis.
Nuestro proyecto avanza en corregir la regresividad del actual sistema tributario, en consonancia con los principios constitucionales de nuestro Estado de derecho. Un breve repaso al estatuto tributario arroja que el impuesto a los dividendos es uno de los más regresivos de la estructura, pues impone la misma tarifa a quien obtiene utilidades por el orden de los diez millones de pesos, que aquellos que sacan de nuestra economía hacia sus casas matrices utilidades superiores a diez mil millones de pesos, insisto, sin crear empleo.
Entérese de las conclusiones de la Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria, una de las cuales señaló que “la exención que tienen los dividendos en cabeza de las personas y otros beneficios sobre los ingresos de capital benefician a quienes tienen más capacidad de tributar. El favorable tratamiento tributario de los dividendos es uno de los factores que explica la reducida capacidad redistributiva del impuesto de renta”[3]. Algo similar dijo el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana: usando datos de la Encuesta Nacional de Presupuestos y Hogares, reveló que el 96% de los hogares que reciben dividendos pertenecen al 10% más rico de la población, el 78% de los que reciben dividendos pertenecen al 2% más rico y el 60% al 1% más rico[4]. Lo anterior se explica en la exposición de motivos de nuestro proyecto de Ley que espero haya leído.
Para discutir sobre lo que no hemos dicho, sostiene usted que: incrementar la tarifa del impuesto al patrimonio hasta el 6% para las empresas golpearía muy duro la inversión privada y el desarrollo de varias actividades económicas.
No, nuestra propuesta no es gravar a las empresas en general, sino a sus cercanos recontraricos, Representante Christian Garcés. La justificación técnica puede encontrarla en la obra de Espitia y Garay, dos especialistas pioneros en desarrollar en el país un estudio sobre las dinámicas de la desigualdad mediante una metodología que usa principalmente fuentes fiscales. Basados en las declaraciones de impuestos de los contribuyentes ante la DIAN, revelaron que el crecimiento del patrimonio de las empresas en el periodo 2000-2017 fue cercano al 6%, dos puntos por encima del crecimiento promedio de la economía nacional. Lo cual indica, en términos de la obra de Piketty, que en Colombia la desigualdad crece a niveles arbitrarios e insostenibles. La acumulación exagerada en Colombia exhibe una situación que se corresponde con la de un capitalismo que no es productivo sino patrimonial en la que, si es mayor la concentración del patrimonio que la del ingreso de las personas jurídicas se profundiza la desigualdad, se deprime la producción y se aumenta el desempleo. Volvemos al debate entre los que trabajan, producen y crean riqueza, esos a quienes yo defiendo, y sus defendididos: el parasitismo rentista.
Nuestra propuesta tiene por objeto gravar un stock, por lo tanto, afecta a la riqueza acumulada y no al flujo de liquidez, en ese entendido, se entiende como la correspondencia a años de acumulación beneficiada por épocas de bonanza y de múltiples beneficios tributarios. El estudio de Espitia y Garay revela que al 2017 el decil más rico de las empresas había concentrado el 95,4 % de la riqueza total de las personas jurídicas y que Colombia expone un GINI patrimonial del 0,97, entre las personas jurídicas, por lo tanto, la propuesta no solo es viable, sino que es además moralmente justa.
Finalmente, dice usted que no es posible financiar la crisis a través de los colombianos. Yo digo lo mismo, por supuesto que no desde el ardid ya señalado de hacer pasar como el interés de “los colombianos” al 1% acaparador de enormes cantidades de tierras, rentistas financieros, mineros, petroleros, etc. Para mí en el interés nacional aparecen y muy mayoritariamente, las negras, las indígenas, las madres cabeza de familia y ese 99% que con su trabajo engrandece a mi patria, a quienes les debo lealtad.
Así que por razones éticas, principios políticos y aprecio a mi país y sus mayorías, no puedo aceptar su invitación. Espero que la población se movilice y el Congreso de la República entienda nuestros motivos, aunque solo sea por esta vez, oteando el sentido y tamaño de la crisis. Pero si se imponen usted y los poderosos, quedará abierto el debate entre los intereses que usted defiende y los que defiendo yo. En últimas, Representante Garcés, lo que tan abismalmente nos distancia.
Sinceramente,
Wilson Arias Castillo
Senador de la República
[1] Espitia y Garay (2019). Dinámica de las Desigualdades En Colombia. Desde Abajo.
[2] 63º Congreso Nacional de la Pyme Acopi.
[3] Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria p.111